lunes, 26 de octubre de 2015


Despertar

 

Por las calles de Deen Roof caminaba, pensativa, una hermosa joven de unos 25 años; enfundada en un pantalón gris perla y una especie de blusa blanca sin mangas y que deja al descubierto los hombros y el nacimiento de sus pechos; pelo largo, de un negro intenso que alcanzaba su cintura, el color era tan intenso que aquel que miraba su cabello quedaba perdido en él, como si mirase la noche más oscura. Sus ojos, de un azul brillante, eran capases de enamorar a cualquier joven. Alta y delgada, con una figura que los hombres admiraban y por la cual incluso habían comenzado reyertas, y las mujeres envidiaban y a la vez detestaban.

Era perfecta, una hechicera que dominaba el agua, pero que siempre había sentido que le faltaba algo, ese sentimiento había comenzado en el mismo momento en el que su hermano recién nacido había sido secuestrado.

Siempre en el día del aniversario del nacimiento de aquel niño de ojos rojos, se sentaba en un lugar tranquilo, y mentalmente le escribía una carta de felicitación, en varias ocasiones había sentido como si un lazo se estrechase, en otros momentos sentía como si ese algo que le faltase estuviese muy cerca. Por desgracia sólo sabía que su hermano era cuatro años menor, tenía los ojos del color de la sangre, y que muy posiblemente su pelo fuese tan negro como el suyo. Ni siquiera estaba segura de que estuviese vivo, aunque algo en su pecho le gritaba que si lo estaba y que la necesitaba; tampoco sabía como se llamaba, no podía estar segura que aquel renegado hubiese mantenido el nombre que su madre había elegido para él. Era muy difícil buscar a alguien y dar con él con tan pocos datos.

Había viajado por todo el continente y visitado las islas más cercanas, le faltaba mucho para recorrer el mundo, pero hubo momentos en los que sintió que estaba junto a la persona que buscaba, quizás separados por un simple muro, una calle, un río…, le sentía tan cerca que algo en su interior le gritaba que lo llamase, que gritase a los cuatro vientos “hermano estoy aquí, ven”, pero no lo había hecho nunca…

- Soraya ¿de nuevo por Deen Roof? – una anciana que tomaba el sol sentada en el pequeño porche de la casa, había reconocido a la muchacha. – ¿Todavía no encuentras eso que tan afanosamente buscas?, deberías dejar eso y aceptar a uno de esos pretendientes que seguro que tienes, no esperes a ser vieja, los hombres…

- Abuela, me alegra ver que sigue tan enérgica como siempre – comentó Soraya con una sonrisa en el rostro, y mostrando todo el cariño que sentía por aquella anciana –, y sabe una cosa… no me preocupa quedarme sola…, no es algo que me de miedo; sabe que si quiero tener un hijo que me acompañe, no me será muy difícil encontrar a alguien dispuesto a prestar el servicio… –, suspiró para luego volver a mirar a la anciana y sonreír –, para mí lo más importante es encontrar lo que busco, algo me dice que falta poco, y que después de eso podré ser la mujer más feliz.

- Niña, sabes que no soy tu abuela ¿verdad?, estos jóvenes tan…

- Lo sé, lo sé, pero llamo abuelos a todos los ancianitos que son amables conmigo –, dibujó una hermosa sonrisa mientras entornaba los ojos –, donde quiera que voy tengo abuelos, desde que los míos fallecieron tengo la necesidad de llamar a las personas mayores de esa forma… – dejó la frase inconclusa, su rostro se puso pálido, una sensación bastante extraña recorrió todo su cuerpo, de pronto comenzó a sentir como si se ahogase, le faltaba el aire…

- Niña te encuentras bien… niña… ¡Soraya! – exclamó al ver que la muchacha caía al suelo, completamente inconciente, un resplandor azul la cubría. La anciana se levantó y se acercó a ella, arrodillándose a su lado, intentando averiguar que le sucedía.

Soraya no sabía muy bien lo que ocurría pero podía ver imágenes de algún lugar del páramo, caminos, círculos de piedra, la ciudadela de Lennut, para finalmente ver unos ojos rojos que reconoció al instante. Nunca había sentido nada tan fuerte, su hermano estaba más cerca de lo que pensaba y podía estar en peligro.

Al abrir los ojos de nuevo pudo ver el rostro preocupado de la anciana que sostenía su cabeza sobre sus piernas, y secaba el sudor del rostro de la muchacha con un pañuelo.

- Está muy cerca, está muy cerca… – pudo susurrar antes de desmayarse de nuevo.

- Niña… – la anciana se incorporó lentamente – ¡levita! – dijo mientras chasqueaba los dedos y se encaminaba a la puerta que daba acceso a su humilde morada. Una vez dentro la dejaba sobre una cama. – Descansa, Soraya, descansa…

 

En la biblioteca se preparaba todo para comenzar los cinco días que iba a durar aquel aprendizaje.

Lo primero había sido dejar oculta la entrada de la cueva, Aetna había dispuesto un lugar apropiado para que los cuerpos de aquellos dos estuviesen lo más cómodos posible, aunque ella siempre estaba protestando por todo.

Aceo no perdía la oportunidad de recriminar que se permitiese a un simple aprendiz entrar allí.

Tan solo Six estaba siempre en silencio, algo apartado. No estaba seguro de lo que pasaba ni pasaría, él que había estado espiando ahora era tratado como un igual, bueno en realidad Yrret siempre lo había tratado bien; por eso muchas veces se sentía terriblemente mal por estar traicionándole, y cuando todo se descubre…, cuando todo se descubre es como si nada hubiese pasado; pero sabía que si Aceo descubría lo sucedido…

- Yrret de Blanshaph, Sixel Karas ¿estáis preparados para comenzar? – la voz de Anelea resonó de nuevo en la sala, dulce y suave como de costumbre.

- ¿Karas?... no puede ser cierto… Yrret podemos hablar – Aceo estaba irritado, por no decir enojado.

- ¿Se puede saber que ocurre ahora? Viejo deja de interrumpir, Anelea ya nos ha llamado.

- No importa, tenemos que hablar antes de que entres…

- No, no es necesario, todo está bien… sé lo que vas a decirme, el propio Six me lo ha confirmado, todo está bien, no te preocupes.

- No me lo puedo creer, sabiendo eso le traes aquí y encima…

- No se hable más, el tema queda zanjado, sé lo que hago. Anelea cuando quieras, estamos listos – dijo mirando a Six con una sonrisa –, pero quiero que me asegures que a nuestro invitado no le pasará absolutamente nada, y si es posible espero que la entrada ahora no sea tan sorpresiva como la primera vez.

- Te aseguro que no le pasará nada, puedes estar tranquilo. Y a decir verdad la entrada ahora será completamente diferente, ya que vuestros cuerpos han de pasar también, si no sucede de esa forma no podrás despertar tu elemento viento, y al tener que traer a dos es mejor hacerlo de forma física que no astral –. La voz de la guardiana sonó seria, como si temiese por algo.

- Tu tono no es muy tranquilizador que digamos…

- Bueno hay riesgos, además sólo lo he hecho una vez… y en esa ocasión sólo fue uno…

- Mi padre ¿verdad?

- Sí…, si quieres retardar la entrada o hacerlo del modo tradicional, aquí encontrarás de todo para estudiar…

- Que demonios, hagámoslo de una vez – se volteó y miró a los otros – si pasa algo ha sido un placer conoceros, si no pasa nada nos veremos dentro de unos días, Six queda en tus manos el entrar o quedarte.

- Yrret una promesa es una promesa, tengo miedo pero nunca más te defraudaré o traicionaré tu confianza.

- Bien Anelea, ya lo has oído, adelante pues.

- “Ich bin der Wächter, öffnet es das Portal und holt es die Schüler bis hier.[17]  – Un círculo de luz plateada comenzó a formarse alrededor de Yrret y Six, sus cuerpos comenzaron a desintegrarse en pequeños átomos de luz, desapareciendo en segundos.

- Y para esto me habéis obligado a venir a mí también. – Aetna estaba alterada tendría que pasar unos días allí encerrada, y estar con su padre en un lugar repleto de libros y artilugios que tienen que ver con la magia, eso sería un verdadero problema, estaba segura que no podría soportarlo.

- Niña, ya está bien de tanta queja y de tanto grito, si quieres irte hazlo, si es que sabes como salir de aquí de forma segura, me doy por vencido; ya estoy mayor para seguir soportando tus rabietas de niña pequeña… no me puedo creer que ya tengas veinticinco años…

- Padre…

- Nada de excusas, sal de aquí si tanto detestas estar en un lugar como este, incluso si tanto aborreces pasar unos días en compañía de tu anciano padre.

- No es eso, te conozco y sé que no vas a parar de – cambiando el tono de su voz a uno más grave intentando imitar la voz de su padre –  ¡oh! Mira esto sirve para…, cariño lee este libro y…; padre llevas tanto tiempo intentando que siga tus pasos que creo conocer todos tus trucos.

- Ya he dicho que me doy por vencido… – dejó salir un suspiro, se volteó y encaminándose a una de las estanterías comenzó a ojear los volúmenes allí colocados.

- Padre… – susurró, mirando a su alrededor.

 

En el plano de la guardiana…

 

En un campo completamente cubierto de verde hierba, un riachuelo susurraba a su paso por le lugar, a lo lejos se podían ver unas suaves colinas en las que algunos árboles dibujaban pequeños grupos de un verde más intenso.

Una hermosa construcción de líneas clásicas, columnas de capiteles corintios, tejado a dos aguas con cubierta de un rojo intenso, se levantaba majestuosa en medio de aquel idílico lugar, a un lado de la misma un hermoso jardín, y en las escalinatas que daban acceso a la vivienda, una hermosa joven estaba sentada esperando, mirando a un círculo de mármol que se encontraba a unos metros de la casa.

- Ya llegan, solo espero que todo haya salido bien, es la primera vez que hago un transporte doble a este plano.

Una luz plateada comienza a reverberar en medio del círculo y segundos después millares de luces comienzan a arremolinarse, poco a poco en milésimas de segundo éstas comienzan a formar los dos cuerpos. Yrret y Six aparecieron, por lo visto todo había salido a la perfección.

Ambos se miraron, se sentían algo más ligeros, llenos de una energía que jamás habían sentido antes, se veían capaces de hacer cualquier cosa sin llegar a cansarse.

Al mirar a su alrededor se quedaron enamorados de inmediato del lugar, era tan tranquilo y hermoso, la paz se podía respirar. Poco a poco van mirando todo a su alrededor hasta que sus ojos se quedan clavados en una hermosa joven que se acerca a ellos grácilmente, vestida con un traje de tul azul celeste y unas sandalias cuyos tirantes suben por las piernas cual sierpe. Su cabellera posee dos mechones blancos que resaltan sobre el dorado del resto de la misma, y sus ojos parecen dos zafiros brillando a la luz del sol. El rostro blanquecino, delicado y atravesado por una gran sonrisa.    

- Al parecer todo ha salido bien, Yrret, Six, bienvenidos a mi mundo.

- Anelea ¿eres tú? – preguntan ambos a la vez.

- Nada de presentaciones ya sabéis quien soy. Ahora lo importante, cuanto antes se empiece con todo antes estaréis preparados…

- Espera, así sin más, no sé esto no me parece…

- A callar, Yrret estás aquí para despertar tu elemento y si es posible dominar el resto de elementos; Six tu debes dominar el tuyo o despertarlo eso he de comprobarlo, e intentaremos hacer algo con esa torpeza, así que hay que empezar a trabajar cuanto antes –. Les mira seriamente, aunque en su rostro la cálida sonrisa sigue dibujada, luego se dirige al joven Karas. – Six acércate he de saber si has despertado completamente o solo fue un simple salto de energía –. El joven se acerca a ella temeroso, cohibido por la bellaza de la joven. Siente como ella coloca sus manos sobre su pecho y como su corazón se acelera al sentir aquel contacto –. Parece que sólo fue un salto, sólo ha sido una brecha no hay nada abierto del todo. Six Karas tengo que entregarte algo que te pertenece aunque jamás lo hayas visto.

- Sólo un salto de energía, la verdad que lo que sentí en aquel momento fue algo muy intenso – en su rostro se refleja la incertidumbre –, y ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo me va a pertenecer algo que nunca he visto? – el rostro completamente dubitativo, la incertidumbre aumentaba poco a poco apoderándose por completo del joven.

- Está bien, tendré que dar una pequeña clase –. Suspiró y señalando un pequeño banco que se encontraba a unos metros de ellos, continuó –. Sentémonos…, parece que no lo sabéis pero los hijos del eclipse siempre están acompañados por el viento del pasado, y por la tierra, elemento que equilibra al eclipse. Reconoceréis a la portadora del elemento tierra, en esta ocasión es mujer, por un colgante en forma de media luna y porque ella se pondrá en contacto con vosotros dentro de poco –. Tomó aire y miró los rostros de ambos, pendientes de cada palabra y de cada movimiento –. El agua, el fuego y el viento, que junto a la tierra son los guardianes del eclipse, os estarán ayudando para encontrar lo que se ha perdido, y no sólo eso, también podréis ayudar a alguien… no, mejor no os digo su nombre de momento, será más emocionante si os dais cuenta vosotros –. La impaciencia comenzaba a dibujarse en el rostro de Six, aún no le explicaba a que se refería con eso de que tenía algo que le pertenecía –. A ver, tengo este amuleto, siempre ha pertenecido al viento del pasado…

- Deja de referirte a mi como viento del pasado, tengo un nombre ¿sabes?

- No me interrumpas, como ya he dicho esto pertenece al viento del pasado, a lo largo de la historia han existido varios portadores del elemento viento del pasado, al igual que han habido varios hijos del eclipse, unos buenos otros terroríficos…

- A mi lo que me preocupa, como uno de esos hijos, es saber si alguno ha llegado a destruir…

- Sí, ha sucedido. Hay constancia de dos destrucciones completas de todo lo que en aquel momento se conocía, pero nunca ha desaparecido la magia, el problema es que hay dos hijos del eclipse uno femenino y otro masculino, si ambos siguen el camino oscuro la destrucción es completa, si es uno solo o el elemento femenino en la ecuación muere, la destrucción respeta la magia, y en el nuevo mundo se sigue conociendo y usando. Se pensó que obligando a ambos a casarse se solucionaba el problema, pero no es así –. Suspiró profundamente –. En los últimos siglos los antecesores de Six han muerto al nacer y los hijos del eclipse nunca han despertado, ya que muchos han sido asesinados nada más nacer, la gente tiene miedo, así que podéis estar agradecidos a vuestros padres por no haberos matado, o mejor dicho por no creer en leyendas.

Six, tu en cambio, debes agradecer que este amuleto no llegase a tu familia como tenía que haber sucedido. De haber sido así no existirías, este amuleto fue maldecido por el portador en la última destrucción conocida, después de eso todo destinatario fallecía, al nacer o al cumplir los diez años. Y no me preguntéis cómo es que lo tengo yo porque no os lo voy a decir, no es importante ese detalle para lo que debe pasar.

- Pero ¿por qué?

- Sencillo, si uno de ellos, o ambos, sigue el camino oscuro la llave para dar el conocimiento del poder de la magia ancestral y de tornarla en negativa y destructiva es el viento del pasado.

- Y a pasar de eso ¿quieres que yo tenga ese maldito amuleto?

- Es tuyo por derecho, la maldición ya ha sido removida, lo que vosotros hagáis es cosa vuestra, yo solo estoy aquí como guardiana del conocimiento, como maestra.

- Yrret creo que no voy a poder hacer esto, no solo saber que mi hermano… ahora esto, creo que no podré soportarlo –. El pesar se reflejaba en su rostro, la angustia, el dolor y finalmente las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

- Six te puedo asegurar que no voy a destruir nada, ya hace tiempo que nos conocemos. No sé ella pero yo no voy… – sacude la cabeza y en su mirada se refleja una fuerte determinación –. No, tenemos que hacerlo Six. Tenemos que demostrar que podemos dominar nuestro destino. Six te necesito, no sabía por qué pero desde el momento en que te vi supe que estábamos ligados por algo, sentí lo mismo cuando vi por primera vez a ese que nos siguió hasta aquí. Somos parte de esto, Six déjame mostrarte que podemos crear en vez de destruir, que podemos hacer que el mundo mejore…

- Yrret eso suena muy idílico, no quiero caer en eso y luego toparme con la cruda realidad, no podré soportarlo.

- La cruda realidad es que tenemos en nuestros destinos destruir o conservar lo que conocemos, matar o no a millones de seres inocentes, tomemos las riendas y hagamos nuestro mejor esfuerzo por evitar que lo peor suceda, creemos una nueva leyenda y evitemos que más inocentes mueran nada más nacer, sólo por hacerlo en un día de eclipse de luna roja.

- Yrret… no sé si podré… pero… – suspira y le mira directamente a los ojos – lo intentaré.

- Bien, veo que está decidido, aquí tienes tu amuleto, te será necesario para lo que ocurrirá después. – Le tiende un anillo de oro, con dos cabezas de león grabadas a ambos lados de un rubí tallado en forma de rombo, al verlo parece que ambas cabezas van a devorar la piedra central. Incluso Yrret, poco experto en percibir la esencia o fuerza mágica, percibe la que posee aquel pequeño objeto; sucede como aquella vez al tomar el colgante que lleva en su cuello. – Bien ahora tendréis que entrar solos, yo no os puedo acompañar.

- Espera eso es todo, no hay instrucciones ni nada que no debamos hacer.

- Simplemente tenéis que entrar y llegar al centro, allí podréis ver un pequeño pilar, a su alrededor grabado en el suelo encontrareis cuatro parejas de símbolos, cada pareja pertenece a un elemento. Os pondréis sobre el grabado que representa al vuestro, de ese modo en el pilar central aparecerá el cristal del aire, una vez suceda eso lo tendréis que tocar con vuestros amuletos en la mano derecha, eso es todo – no puedo decirles que tendrán que pasar unas pequeñas pruebas al entrar y que tocar ese cristal de aire será una experiencia bastante dolorosa, por otro lado ambos son fuertes de espíritu y de cuerpo aunque no lo parezca superaran el trance.

Los hombres se miran y se encaminan completamente decididos a enfrentar su futuro. Yrret está deseoso de ver que pasará una vez todo llegue a su fin, de saber, de averiguar si eso le ayudará a descubrir y terminar la tarea que su padre dejó pendiente.

Six traga saliva, se encuentra un poco temeroso, si lo que sucedió en el momento en que apareció por primera vez su poder se repite…, no está seguro que su cuerpo lo resista.

Suben las escalinatas lentamente, al estar frente a aquella puerta se detienen, mirándose mutuamente, un escalofrío recorre sus cuerpos están a punto de cruzar la puerta que cambiará su forma de vida, a punto de abrir la puerta que decidirá como será su futuro. Ambos levantan sus manos y las colocan sobre aquella fría madera, empujando lentamente. Ante ellos se abre un largo pasillo en la penumbra, la sensación de peligro aflora a sus pieles, la de imposibilidad se ilumina en sus mentes, que algo tan largo puede estar dentro de un edificio como aquel es algo que no entra en su razón.

Al fondo de aquel largo pasillo se puede vislumbrar un pilar tenuemente iluminado con una luz blanquecina.

- Maestro, no sé por qué pero esto no me gusta lo más mínimo, parecía demasiado sencillo llegar al centro y ahora…

- Te comprendo perfectamente, creo que la guardiana se ha callado algo, pero ni modo, ya estamos aquí así que adelante no hay que amedrentarse, que no se diga que no somos lo suficientemente hombres como para enfrentarnos a lo que sea.

- Maestro siempre igual, la verdad es que yo me volvería ahora mismo, creo que lo que me identifica como hombre se ha quedado congelado y se ha hecho pedacitos, solo de ver esto se me han puesto en la garganta. – Yrret le coloca las manos en los hombros y le mira fijamente.

- Six tan bien tengo miedo, miedo a lo desconocido, al fracaso, pero… eso no me impedirá seguir adelante, todas las experiencias por las que pasemos a partir de ahora sólo pueden matarnos o hacernos más fuertes. Estoy firmemente convencido de que nos harán mucho más fuertes, no creo que si nos esperase la Dama Negra, Anelea nos dejase entrar así de fácil, ¿no lo crees?

- Bien – suspira – puede que tengas razón. En ese caso no queda otra que entrar ¿no? – Yrret asiente.

Ambos entran avanzando lentamente, apenas unos metros y la puerta se cierra de golpe, la oscuridad es absoluta, solo una mortecina luz al final de aquel enorme pasillo.

Se detienen un instante y cierran los ojos para intentar adaptarlos a la oscuridad lo antes posible. Al abrirlos de nuevo pueden distinguir levemente las marcas de los bloques de piedra de la paredes, vislumbran la silueta de las columnas que sostienen el techo, a intervalos regulares, también se ven levemente lo que parecen soportes para antorchas; a unos diez metros por delante les parece ver lo que podría ser una puerta al lado derecho del pasillo. Por mucho que lo intentan no pueden captar ningún detalle más.

- Six procura tener los sentidos alerta, me da la impresión que no estamos solos aquí.

- Sí, de acuerdo… ahora que lo mencionas creo detectar cierto nivel de magia hostil…

De nuevo el silencio roto por sus pesadas respiraciones, desde el momento en que la puerta se cerró el ambiente se puso más cargado. Una sensación de hostilidad, de venganza y sed de sangre se estaba dejando sentir por todo aquel lugar.

Avanzaron de nuevo paso a paso, apenas si se habían movido un par de metros cuando se escuchó un sonido metálico y seco, como el de un alambre al ser cortado. Yrret de inmediato se lanzó al suelo arrastrando a Six consigo. De ambos lados del pasillo volaron hacia ellos flechas que chocaban contra el muro contrario, ya que ambos se encontraban tumbados en el suelo.

Cuando el ruido provocado se disipó, comenzó a escucharse el sonido chirriante de un muro pesado al desplazarse. Ambos alzaron sus cabezas sin mover el resto del cuerpo, en algún lugar de aquel pasillo se estaba abriendo algo.

- Maldición que será lo que va a pasar ahora, y estamos desarmados.

Se levantaron lentamente observando con la máxima atención posible si algo a su alrededor cambiaba, el sonido se había detenido, el silencio era absoluto y ellos casi ni se atrevían a respirar, sus pechos se encontraban oprimidos, sus bocas secas, el miedo empezaba a apoderarse de cada centímetro de sus cuerpos.

Un par de pasos más y lo único que notan es un cambio brusco de temperatura, como si acabasen de atravesar un muro invisible y muy delgado, pero al otro lado de esa fina lámina la temperatura es casi gélida.

De pronto y sin previo aviso Six soltó un terrorífico grito, intentaba alejarse pero estaba como petrificado, sus piernas no se podían mover, sus brazos se movían intentando alejar algo, aunque por mucho que Yrret mirase no veía nada en absoluto que estuviese cerca de ellos.

- Aléjate, aléjate de mí, has venido a terminar lo que no te atreviste a hacer el otro día ¿verdad?

- Vamos hermanito, tu mismo me lo ofreciste, o no era cierto lo que dijiste de que tomase lo que deseaba de ti, no iras a decirme ahora que como me has traicionado…

- Déjame en paz, márchate, demonios por qué no aparece ahora el poder, necesito defenderme, va a matarme, lo puedo ver en sus ojos… por qué no puedo moverme…, Yrret, maestro ayúdeme por favor…, cómo… dónde está, maestro, maestro…, no, no puede ser ¿voy a morir aquí?

- Es inútil que grites, he esperado esto desde el momento en que descubrí que tú tenías mucho más potencial que yo, desde ese mismo instante sólo te he odiado – su rostro refleja  el odio, la sed de sangre, el sadismo empieza a formarse en su rostro, se relame y un brillo en sus ojos no hace mas que asustar aún más a Six – ahora voy a convertirme en lo que desde siempre padre deseó, voy a ser el digno heredero de la casa Karas, hijo único como siempre ha sido, tu tan solo fuiste un desliz, un estorbo, un obstáculo que voy a limpiar del camino en este instante. – Los ojos de Six reflejan el pánico, su corazón está latiendo tan de prisa que se puede ver el movimiento en el pecho, la respiración es tan acelerada que está a punto de sufrir un ataque, el desenlace está a punto de llegar, la muerte se acerca lentamente en la mano de su hermano, y poco a poco comienza a rendirse.

Yrret no entiende nada de lo que pasa escucha las palabras entrecortadas de Six pero no entiende que es lo que sucede, no hay absolutamente nadie allí, sólo ellos dos.

De pronto un pensamiento pasa raudo por su mente, y si ese pasillo está lleno de pruebas que deben pasar para poder despertar sus poderes, para alcanzar esa fuerza que se supone es suya; de ser así puede que Six sufra alguna prueba, algo ilusorio, pero que para él, puede ser muy real, al ver las lágrimas brotar de los ojos de su compañero y ver como el rostro está contraído por el pánico, lo ve todo claro, Six está en medio de una prueba.  

Al mirarle de nuevo ve que lo peor está por suceder, Six se está dejando vencer, sus ojos empiezan a ponerse en blanco, su respiración es tan acelerada que de seguir así se quedará sin aire en los pulmones, su corazón va tan rápido que es muy posible que de seguir así, en unos instantes más su corazón estalle. Six está a punto de morir de miedo.

Yrret respira profundamente, tiene que hacer algo de inmediato o el haber venido hasta allí solo será una pérdida de tiempo y de un amigo. Se coloca frente a él pone sus manos en los hombros, cierra los ojos e intenta entrar en la mente de su compañero, lo ha hecho un par de veces anteriormente para salvar a algún paciente que tenía problemas mentales. Es una técnica que no le gusta nada, es realmente agotadora y por otro lado es como entrar en la intimidad de los demás, aunque sea para ayudar.

Six sigue en la espiral que le llevará a la muerte; ante él sigue el rostro de su hermano, que poco a poco acerca su mano a su cabeza, sabe que si va a usar esa técnica que posee debe tocarle para arrebatarle todo la energía mágica y llevarse su afinidad elemental. Ya no puede más el miedo le paraliza, el pánico lo devora, la desesperación le encamina a su final.

Se deja conducir, se da por vencido, las lágrimas bañan su rostro… en ese momento empieza a oír un eco distante, es un susurro apenas audible, no quiere escuchar, sabe que es su hermano que ríe, pero ese susurro persiste, persiste, ya solo quiere morir y acabar con todo de una vez…

- Six… Six… escucha, Six es…

- Ya es suficiente acaba conmigo de una vez…

- Six, resiste, resiste, no te dejes…

- Esa voz, esa voz, ¿maestro?

- Six es una prueba resiste…

- ¿Prueba? Pero como puede ser posible yo aún sigo viéndole…

- Créeme es una prueba, resiste.

- No puede ser, si es una… un momento cómo no pude darme cuenta antes, estamos en otro plano si no es por la guardiana nadie puede… – Comienza a respirar normalmente, su corazón poco a poco va deteniendo la frenética carrera. – Hermano no te va a ser tan fácil.

- ¿Eh? Y ese cambio, no pedías hace unos segundos que acabase ya.

- Acabo de descubrir algo, lo siento hermano esto tendrá que esperar, tendrás que esperar para convertirte en hijo único, puede que yo fuese un desliz, puede que padre nunca esperase tener dos hijos, puede que las habilidades me las quedase yo… pero sabes, madre supo demostrarme que me quería aunque tu y padre no lo hicieseis, hace poco he descubierto que tengo amigos, sí, he descubierto que tengo algo por lo que merece la pena vivir, y ahora he descubierto que puedo hacer algo para que el futuro sea diferente…

- No me hagas reír… – suelta una estrepitosa risotada – tú ¡hacer algo!, con lo inútil que eres, no seas hipócrita, no vales ni para sirviente de un necio, eres un desperdicio que tuvo la suerte de nacer en una familia acomodada y encima nacer con dotes extraordinarias, pero ¿de qué le sirven a un inútil?

- Puede que sea como dices, pero el reto está en afrontar esas dificultades y superarlas, en volver lo que, según tú, me descalifica y hacerlo mi fuerte para vencerte. Sabes, creo que a partir de este momento voy a dejar de temerte, así que más te vale que empieces a tenerme respeto o miedo, el viento del pasado va a despertar.

- Imposible… lo has sabido… bien pues prueba superada – el rostro de Leafer se empieza a transformar en algo diferente es un rostro amable, casi transparente.

Six cae de rodillas, está completamente cansado, su pecho duele como si acabase de correr por una cuesta empinada, respira a grandes bocanadas. Busca a Yrret, para intentar agradecerle que le avisase de lo que estaba  pasando.

Al mirar hacia el frente ve a Yrret, está unos metros más adelante, está parado frente a él con los ojos en blanco, en su rostro se refleja la sorpresa, el miedo.

- Tenemos el poder, vamos somos los Hijos del Eclipse, acabemos con todo…

- Aetna, se puede saber en que estas pensando, como puedes decir eso.

- Estoy cansada de este mundo hagámoslo de nuevo, un mundo donde seamos los dueños de todo, donde no tengamos que sufrir el rechazo por ser lo que somos…, vamos Yrret sé que en el fondo lo deseas. – Se acerca a él y le da un apasionado beso, las lenguas se entrelazan y la saliva se mezcla, en su interior el deseo se apodera de sus cuerpos.

- Sí, lo haremos, cumplamos la leyenda, destruyamos…

Six ve como en el rostro de Yrret de pronto se refleja la lujuria y la venganza o la sed de sangre, está sucediendo, ahora le toca a Yrret pasar la prueba, pero a qué se estará enfrentando, no tiene modo de saber lo que sucede, sólo escucha palabras entrecortadas.

- Aetna desatamos el final, pronunciemos el conjuro destructivo… – un momento que pasa aquí, piensa, esto no puede ser voy a hacer lo que tanto he odiado, algo va mal.

- Amor, purifiquemos este mundo con la destrucción y el caos.

- No, algo está mal…

- Pero que dices déjate llevar, tenemos la corona, tenemos el conocimiento de la magia ancestral, podemos hacer lo que queramos, pero sabes esos seres inferiores lo impiden, sólo tienes que ver a Six, tan patético intentando negar lo que nos correspondía por derecho, lo mejor que hiciste fue acabar con él, cada vez que lo recuerdo siento un placer enorme, esa danza de cuchillas despedazándole, umm, es delicioso… o el escuchar los gritos de aquella entupida mujer mientras se consumía por mis llamas, solo de pensarlo me entran unas ganas tremendas de recorrer las calles quemando a todos…

- Para ya, eso no puede ser cierto…

- Lo es, hemos hecho de todo, somos unos auténticos demonios sedientos de sangre.

Yrret tiembla no sabe si de miedo o de placer, al final se ha convertido en lo que temía ser, el destructor y asesino de todo lo conocido…

- Maestro, maestro, por favor, maestro reaccione de una vez, ese rostro no puede ser el autentico Yrret. – Six intenta hacerse escuchar, zarandea el cuerpo inmóvil de su mentor, de su amigo. No sabe como poder ayudarle, sabe que él le ayudó justo en el momento que estaba dejándose llevar. Pero cómo. Si era preciso gritaría hasta quedarse sin voz.

- Oyes eso Aetna.

- De qué hablas, no puedo escuchar nada.

- Es una voz familiar, aunque apenas audible. – Un susurro se escucha, Yrret con los ojos clavados en los de la muchacha, pero continua escuchando aquel susurro débil.

- Yrret… maestro…

- Me llama maestro, pero quien puede ser si todos mis alumnos han muerto a mis manos…

- Es tu… es…

- No sé que ocurre, ¿de veras que no lo oyes Aetna?

- Prueba…, resístete. – Cada vez es más tenue, más alejada la voz.

- Prueba, puede ser que todo esto… ahora que… imposible – empieza a mirar a su alrededor y no reconoce nada – esto es…

- Maestro… le es…

- Yrret ¿qué pasa? acabemos con esto de una vez, usemos el poder para destruir, hagamos arte hagamos un nuevo mundo, hagamos realidad las leyendas que hace siglos se han escrito sobre los Hijos del Eclipse.

- Leyendas, recuerdo que quería forjar una nueva leyenda… espera… ¿prueba? No será que…

- Hay ya deja…

- ¡Basta!, mi deseo nunca ha sido destruir, por los dioses, siempre he deseado ayudar a los demás por eso seguí el camino de la curación. Ya veo, es mi prueba, es mi miedo a caer en el lado tenebroso, mi temor a dejarme llevar y… entiendo – respira profundamente cierra los ojos y comienza a liberar su mente – no puedes hacer que me convierta en lo que más detesto. Lo siento, mi futuro lo decidiré yo, voy a afrontar los cambios, a desechar los miedos, la posibilidad siempre estará presente pero creo que ese poder se puede usar para otras cosas a parte de destruir.

- Y ese cambio, no me lo puedo creer acabas de escuchar unos susurros que nadie más oye y…

- ¡Calla!, tu eres la locura, la destrucción, no eres la verdadera hija del eclipse, esto es una prueba, desaparece y…

- Vaya así que has aceptado que la posibilidad existe y ya sabes que esto es… bien prueba superada.

Cae de rodillas con el cuerpo dolorido, mira al frente y se encuentra con la mirada de Six, ambos sonríen aunque deben reconocer que muy posiblemente si hubiesen entrado por separado el resultado seguramente sería otro.

Yrret se incorpora, deben continuar. Comentan en voz baja lo sucedido a cada uno, se dan cuenta que la prueba era enfrentar su miedo. El de Six el miedo a morir a manos de su hermano, el peor de Yrret era el que se había producido tras descubrir que había nacido el día del eclipse de la luna roja.

Avanzan despacio por aquel pasillo que sigue dando la sensación de ser interminable. De nuevo un sonido metálico seguido de un silbido como el producido cuando algo avanza rápidamente. Ambos se detienen esperando que aparezca algo, pero solo escuchan el silencio. Deciden continuar paso a paso, un pie ente el otro, un crujido avisa de lo inminente.

Frente a ellos el suelo se abre, las paredes ocultas por la oscuridad se iluminan, cientos de antorchas se encienden. Ahora ante ellos un foso lleno de un agua oscura, y dentro aparentemente flotando unas pequeñas plataformas, las que formaban un camino hasta el otro lado.

- Esto me da muy mala espina…

- Prueba de percepción mágica, y yo no soy nada bueno en eso.

- Yo iré delante, maestro sólo pise en las que yo lo haga, y todo saldrá bien. – Yrret asiente aunque no las tiene todas con él.

Six se acerca al borde y observa detenidamente las tres plataformas que están ante él. Después de un par de minutos pisa la del centro, la siguiente la de la izquierda, luego derecha, centro, derecha, izquierda, centro, se detiene y voltea para confirmar que Yrret le sigue, para su sorpresa éste se encuentra aún en suelo firme, el motivo las plataformas que él había dejado atrás han ido desapareciendo según él iba avanzando, no entiende que sucede, pero puede empezar a imaginárselo.

Continua hasta el final, una vez se encuentra en suelo firme las plataformas comienzan a aparecer de nuevo desde el inicio hasta donde él se encuentra. Yrret suspira, lo presentía, no podía ser tan sencillo como seguir al que fuese delante.

Agudizando sus sentidos al máximo intenta percibir la magia en aquellas plataformas, no está seguro de que es lo que puede pasar si por error pisa la que no debe, lo cierto es que no le apetece caer en aquella cosa negra y descubrirlo. Cierra los ojos y se concentra al máximo, al abrirlos de nuevo ve como un pequeño halo blanquecino entorno de ciertas plataformas, un halo que reverbera como si estuviese vivo.

Respira profundamente y pisa sobre la primera plataforma con aquel extraño halo a su alrededor, no pasa nada, solo por curiosidad pasa un pie sobre una de las otras plataformas con la intención de pisarla y antes que siente el pie en ella Six grita un no que reverbera por la estancia, confirmado debe avanzar por las que ve de aquella forma tan peculiar.

Al llegar al otro extremo respira aliviado, al mirar hacia atrás puede ver como el pasillo está normal, es como si ningún obstáculo hubiese existido, suelta una pequeña carcajada, que ironía aún no lo puede creer, y ahora que sería lo siguiente, fuego, cuchillas oscilantes, un grupo de animales salvajes o esqueletos, ya le parecía que cualquier cosa podría pasar, pero al volver la mirad al frente se encontraron con la puerta que daba paso a la sala en la que se encontraba su meta. La puerta que había estado abierta desde que habían entrado en aquel pasillo ahora estaba cerrada, pero estaba a un par de metros de ellos. Ambos se miraron entre sorprendidos y frustrados.

Avanzaron lentamente, sospechando que en aquellos pocos pasos que les separaban de la puerta, todavía se podía esconder una sorpresa, sin embargo, llegaron normalmente a ella. Colocando sus manos sobre la superficie fría y pulida de aquella puerta, la empujaron y cedió, chirriando y crujiendo.

La sala era una estancia amplia y circular, en el centro se encontraba una columna de aproximadamente metro y medio, con capitel corintio muy elaborado, entre las hojas de acanto se podían ver pequeños insectos que parecía iban a salir volando en cualquier momento, pero su pétreo estado se lo impedía, en la basa de la misma unas serpientes parecían vigilar. En el suelo de mármol blanco en intervalos regulares se veían los símbolos de los cuatro elementos, cada pareja estaba enfrentada.

Yrret y Six se colocaron sobre el símbolo del aire, una triple espiral que gira de derecha a izquierda. Al colocarse sobre el grabado este comienza a brillar en una tonalidad blanquecina para ir tornándose de un azul celeste que va subiendo de intensidad hasta cubrir la estancia con su luminosidad casi cegándolos; sus cuerpos poco a poco se ven cubiertos con esa luz.

Sobre la columna comienza a arremolinarse un conjunto de luces, pequeños puntos luminosos, que van tomando forma. Al finalizar el proceso, que sólo dura unos segundos, se puede ver una piedra negra, pulida y brillante como el cristal, ambos tienden su mano derecha con sus respectivos amuletos en ella, cuando sus manos tocan el frío objeto un estallido de dolor recorre sus cuerpos.

Se quedan completamente inmóviles, no pueden mover ni un solo músculo, están como petrificados pero sus sentidos están totalmente operativos. El dolor es tal que sus bocas están abiertas sin poder recoger el aire que necesitan, sus ojos están en blanco y unos hilos de lágrimas de sangre recorren su rostro. Es como si cientos de agujas se estuviesen clavando en sus cuerpos, como si las cuchillas más afiladas los estuviesen cortando en láminas tan finas como el papel; es como sentir millones de granos de arena azotando la piel con la fuerza de la tormenta del desierto, es recibir el aire más puro y limpio de golpe. La estancia se llena de oxígeno puro.

Un pilar de luz blanca los rodea subiendo hasta lo más alto atravesando el techo de la construcción y subiendo hasta el cielo de aquella dimensión en la que se encontraban.

En el mismo instante que el pilar de luz les cubre, por su mente comienzan a aparecer las distintas fórmulas, los encantamientos, todo lo relacionado con el elemento aire, los movimientos de manos o de brazos, las palabras para invocar. Cuando parece que el torrente de conocimiento termina una nueva oleada aparece saturando hasta la última de las neuronas, el conocimiento mágico de miles de años se arremolina en sus cerebros, sus rostros marcan hasta la última de las venas y capilares que lo recorren, los ojos parece que van a salirse de su lugar, la boca se abre y cierra mientras babea, están a un paso de la locura, a un paso de que sus cabezas estallen.

Tras lo que han parecido años, pero que solo han sido unos minutos, las diferentes oleadas de información dejan de bombardear sus cabezas. Sus cuerpos se elevan unos metros del suelo entre ellos la extraña piedra negra, que se fragmenta y se introduce en sus cuerpos. En ese momento el pilar de luz en el que se encuentran comienza a latir como un corazón, para luego explotar produciendo una onda y luego otra y otra, como la que se crea al tirar una piedra en un estanque. La onda se esparce por todo el lugar, una onda blanca, luego la siguiente siendo seguidas por un sordo zumbido.

- Bien han despertado ambos, descansar chicos os lo merecéis, mañana empezaremos con la práctica de lo que habéis recibido ahora, esto ya no se puede parar… – Anelea sonríe y se desvanece.

 

En su castillete, Leafer intenta pensar en una forma de deshacerse de los obstáculos que representan su hermano y aquel médico de tres al cuarto, obstáculos que se interponen en su camino para hacerse con el poder y la corona.

- Deshacerme de mi hermano no es muy complicado, pero encontrar la forma de acercarme al otro sin levantar sospechas es un poco más complicado. – En aquel instante un zumbido casi imperceptible se escucha, al levantar la cabeza y mirar por la ventana que se encuentra frente a su mesa, ve acercarse una especie de ola blanca. Se queda perplejo, qué demonios es aquello que se acerca imparable. La ola entra en la estancia y le atraviesa, sus ojos se abren al máximo la sorpresa se refleja en su rostro. – Maldición, no, no puede ser cierto, esto no estaba en mis planes, han despertado antes de lo que yo pensaba… – da un fuerte golpe con el puño sobre la mesa y se levanta.

 

A varios kilómetros de Lennut en las agrestes cimas de las Montañas del Olvido, una anciana rompe su meditación cuando una onda de energía blanca la atraviesa. La anciana abre sus ojos y sonríe.

- Ya ha despertado, he de avisar a mi nieta su elemento tierra será necesario, así que debe reunirse con ellos lo antes posible. – La anciana se pone de pie y baja la pendiente que separa el saliente en el que se encontraba meditando del lugar en el que ante una gruta se levanta una pequeña cabaña. La anciana se dirige a ella y entra; es bastante ágil y rápida para lo que aparenta. – Niña el momento ha llegado, “la Pantera” tiene que hacer acto de presencia.

- Estás segura abuela, soy una guerrera, una guerrera incompleta, aún no acabo con mi entrenamiento, deseo ser tan buena como padre y para ello aún me falta, no sé nada de magia, no sé si eso… – una voz dulce pero a la vez fuerte y decidida se escucha, su dueña se encuentra sentada en una esquina rodeada por las penumbras de la cabaña.

- Tranquila mi pequeña, eres la tierra que equilibra el eclipse, por otro lado la sangre guerrera de tu padre y la mágica de tu madre corren en tu interior, con eso ya es suficiente.

- Bien si tú así lo crees, y si es absolutamente necesario…

- Lo es, no te preocupes, te convertirás en la guerrera más valiente y fuerte de la historia y si estás cerca de este grupo no dudes que será en muy poco tiempo.

- Entonces partiré cuanto antes, prepararé lo necesario.

- No olvides esto, te reconocerán como el elemento tierra con el –. La anciana le tiende un colgante, una cadena de plata del que cuelga una media luna de platino con un ojo de tigre incrustado justo en el centro.

- No lo olvidaré, gracias.

 

En una isla deshabitada perdida en el inmenso océano, en lo más profundo del bosque que cubre casi en su totalidad la isla, se levantan unas ruinas hermosas, el esplendor de antaño aún se puede ver en la sobriedad de las líneas, en el exquisito pulido de mármoles y piedras, en los detalles de ornamentación.

En el interior de un semi derruido templete, dentro de un nicho frente a un pequeño altar un cetro comienza a reverberar y a brillar al ser atravesado por una onda de energía blanca, produciéndose un zumbido, una resonancia.  

Las aves en el bosque levantan el vuelo, los animales se azoran por unos instantes.

Poco a poco en el idílico paraje todo vuelve a la normalidad, solamente hay algo diferente, ahora una tenue luminiscencia verdosa puede ser vista en aquel templete.

 

En las lejanas tierras del norte, azotadas por una ventisca de nieve, en un lugar donde las nieves son prácticamente perpetuas, y el frío es casi insoportable, en un paisaje tan blanco que la luminosidad hiere los ojos, encontramos apenas visibles los restos de un templo.

En lo más profundo de sus estancias, sobre un altar de mármol negro, una corona comienza a reverberar y brillar al ser atravesada por la onda blanca, el objeto comienza la resonancia.

En el exterior la fuerte ventisca se detiene de improviso, el cielo se despeja un poco permitiendo que algunos rayos de sol iluminen el helado paraje.

Unos minutos más tarde todo vuelve a la normalidad, el viento comienza de nuevo a soplar, el cielo vuelve a tornarse gris oscuro y de nuevo algunos copos de nieve hacen acto de presencia.

En cambio en el interior del templo, la sala del altar se ve iluminada por un resplandor plateado que procede de la corona.

 

En el interior de la biblioteca donde se encuentran Aceo y su hija. Es ésta la primera en sentir el impacto de la onda, siente como si algo o alguien la llamasen, siente como si un fuerte lazo se atase en torno a ella y siente la necesidad de acercarse a esa persona. Su otra mitad está despierta, el círculo del eclipse se completa.

Por otro lado en uno de los estantes, en la zona dedicada a libros sin traducir, un grueso tomo comienza a brillar y resonar.

Todo vuelve a la normalidad, Aceo sonríe y su hija sabe que también ha sentido lo que ha pasado en el otro plano, sin embargo algo es diferente, aquel grueso tomo de tapas oscuras con un extraño grabado en el lomo desprende un leve resplandor grisáceo. Algunos de los objetos que se encuentran guardados en vitrinas también están rodeados de un leve resplandor en cada objeto una tonalidad diferente, aunque poco a poco van desapareciendo, en cambio la del libro permanece inmutable. 

Thyeor en su ensoñación del pasado va caminando por un camino polvoriento, de pronto se ve alterado. En su encierro sus ojos se abren y tan solo puede lograr murmurar:

- Ese poder… ese poder, lo necesito… tiene que ayudarme…

 

En Deen Roof, la muchacha vuelve a despertar de su extraño sueño al ser tocada por la onda blanca, abre los ojos y lo único que puede ver es el símbolo del aire rodeado por los otros tres símbolos; agua, un círculo con una ola de tres crestas; fuego, un círculo con cinco llamas en su interior dos hacia la derecha dos hacia la izquierda y una al centro; tierra, un círculo con tres medialunas.

Intenta murmurar algo pero le es imposible, de nuevo el sopor vuelve a sus ojos y queda rendida en el lecho.



[17] Soy la guardiana, abre el portal y trae a los alumnos hasta aquí.

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