Despertar
Por las calles de Deen Roof caminaba,
pensativa, una hermosa joven de unos 25 años; enfundada en un pantalón gris
perla y una especie de blusa blanca sin mangas y que deja al descubierto los
hombros y el nacimiento de sus pechos; pelo largo, de un negro intenso que
alcanzaba su cintura, el color era tan intenso que aquel que miraba su cabello
quedaba perdido en él, como si mirase la noche más oscura. Sus ojos, de un azul
brillante, eran capases de enamorar a cualquier joven. Alta y delgada, con una
figura que los hombres admiraban y por la cual incluso habían comenzado
reyertas, y las mujeres envidiaban y a la vez detestaban.
Era
perfecta, una hechicera que dominaba el agua, pero que siempre había sentido
que le faltaba algo, ese sentimiento había comenzado en el mismo momento en el
que su hermano recién nacido había sido secuestrado.
Siempre
en el día del aniversario del nacimiento de aquel niño de ojos rojos, se
sentaba en un lugar tranquilo, y mentalmente le escribía una carta de
felicitación, en varias ocasiones había sentido como si un lazo se estrechase,
en otros momentos sentía como si ese algo que le faltase estuviese muy cerca. Por
desgracia sólo sabía que su hermano era cuatro años menor, tenía los ojos del
color de la sangre, y que muy posiblemente su pelo fuese tan negro como el
suyo. Ni siquiera estaba segura de que estuviese vivo, aunque algo en su pecho
le gritaba que si lo estaba y que la necesitaba; tampoco sabía como se llamaba,
no podía estar segura que aquel renegado hubiese mantenido el nombre que su
madre había elegido para él. Era muy difícil buscar a alguien y dar con él con
tan pocos datos.
Había
viajado por todo el continente y visitado las islas más cercanas, le faltaba
mucho para recorrer el mundo, pero hubo momentos en los que sintió que estaba
junto a la persona que buscaba, quizás separados por un simple muro, una calle,
un río…, le sentía tan cerca que algo en su interior le gritaba que lo llamase,
que gritase a los cuatro vientos “hermano estoy aquí, ven”, pero no lo había
hecho nunca…
-
Soraya ¿de nuevo por Deen Roof? – una anciana que tomaba el sol sentada en el
pequeño porche de la casa, había reconocido a la muchacha. – ¿Todavía no
encuentras eso que tan afanosamente buscas?, deberías dejar eso y aceptar a uno
de esos pretendientes que seguro que tienes, no esperes a ser vieja, los
hombres…
-
Abuela, me alegra ver que sigue tan enérgica como siempre – comentó Soraya con
una sonrisa en el rostro, y mostrando todo el cariño que sentía por aquella
anciana –, y sabe una cosa… no me preocupa quedarme sola…, no es algo que me de
miedo; sabe que si quiero tener un hijo que me acompañe, no me será muy difícil
encontrar a alguien dispuesto a prestar el servicio… –, suspiró para luego
volver a mirar a la anciana y sonreír –, para mí lo más importante es encontrar
lo que busco, algo me dice que falta poco, y que después de eso podré ser la
mujer más feliz.
-
Niña, sabes que no soy tu abuela ¿verdad?, estos jóvenes tan…
-
Lo sé, lo sé, pero llamo abuelos a todos los ancianitos que son amables conmigo
–, dibujó una hermosa sonrisa mientras entornaba los ojos –, donde quiera que voy
tengo abuelos, desde que los míos fallecieron tengo la necesidad de llamar a las
personas mayores de esa forma… – dejó la frase inconclusa, su rostro se puso
pálido, una sensación bastante extraña recorrió todo su cuerpo, de pronto
comenzó a sentir como si se ahogase, le faltaba el aire…
-
Niña te encuentras bien… niña… ¡Soraya! – exclamó al ver que la muchacha caía
al suelo, completamente inconciente, un resplandor azul la cubría. La anciana
se levantó y se acercó a ella, arrodillándose a su lado, intentando averiguar
que le sucedía.
Soraya
no sabía muy bien lo que ocurría pero podía ver imágenes de algún lugar del
páramo, caminos, círculos de piedra, la ciudadela de Lennut, para finalmente
ver unos ojos rojos que reconoció al instante. Nunca había sentido nada tan
fuerte, su hermano estaba más cerca de lo que pensaba y podía estar en peligro.
Al
abrir los ojos de nuevo pudo ver el rostro preocupado de la anciana que
sostenía su cabeza sobre sus piernas, y secaba el sudor del rostro de la
muchacha con un pañuelo.
-
Está muy cerca, está muy cerca… – pudo susurrar antes de desmayarse de nuevo.
-
Niña… – la anciana se incorporó lentamente – ¡levita! – dijo mientras
chasqueaba los dedos y se encaminaba a la puerta que daba acceso a su humilde
morada. Una vez dentro la dejaba sobre una cama. – Descansa, Soraya, descansa…
En
la biblioteca se preparaba todo para comenzar los cinco días que iba a durar
aquel aprendizaje.
Lo
primero había sido dejar oculta la entrada de la cueva, Aetna había dispuesto
un lugar apropiado para que los cuerpos de aquellos dos estuviesen lo más
cómodos posible, aunque ella siempre estaba protestando por todo.
Aceo
no perdía la oportunidad de recriminar que se permitiese a un simple aprendiz
entrar allí.
Tan
solo Six estaba siempre en silencio, algo apartado. No estaba seguro de lo que
pasaba ni pasaría, él que había estado espiando ahora era tratado como un
igual, bueno en realidad Yrret siempre lo había tratado bien; por eso muchas
veces se sentía terriblemente mal por estar traicionándole, y cuando todo se
descubre…, cuando todo se descubre es como si nada hubiese pasado; pero sabía
que si Aceo descubría lo sucedido…
-
Yrret de Blanshaph, Sixel Karas ¿estáis preparados para comenzar? – la voz de
Anelea resonó de nuevo en la sala, dulce y suave como de costumbre.
-
¿Karas?... no puede ser cierto… Yrret podemos hablar – Aceo estaba irritado,
por no decir enojado.
-
¿Se puede saber que ocurre ahora? Viejo deja de interrumpir, Anelea ya nos ha
llamado.
-
No importa, tenemos que hablar antes de que entres…
-
No, no es necesario, todo está bien… sé lo que vas a decirme, el propio Six me
lo ha confirmado, todo está bien, no te preocupes.
-
No me lo puedo creer, sabiendo eso le traes aquí y encima…
-
No se hable más, el tema queda zanjado, sé lo que hago. Anelea cuando quieras,
estamos listos – dijo mirando a Six con una sonrisa –, pero quiero que me
asegures que a nuestro invitado no le pasará absolutamente nada, y si es
posible espero que la entrada ahora no sea tan sorpresiva como la primera vez.
-
Te aseguro que no le pasará nada, puedes estar tranquilo. Y a decir verdad la
entrada ahora será completamente diferente, ya que vuestros cuerpos han de
pasar también, si no sucede de esa forma no podrás despertar tu elemento
viento, y al tener que traer a dos es mejor hacerlo de forma física que no
astral –. La voz de la guardiana sonó seria, como si temiese por algo.
-
Tu tono no es muy tranquilizador que digamos…
-
Bueno hay riesgos, además sólo lo he hecho una vez… y en esa ocasión sólo fue
uno…
-
Mi padre ¿verdad?
-
Sí…, si quieres retardar la entrada o hacerlo del modo tradicional, aquí
encontrarás de todo para estudiar…
-
Que demonios, hagámoslo de una vez – se volteó y miró a los otros – si pasa
algo ha sido un placer conoceros, si no pasa nada nos veremos dentro de unos
días, Six queda en tus manos el entrar o quedarte.
-
Yrret una promesa es una promesa, tengo miedo pero nunca más te defraudaré o
traicionaré tu confianza.
-
Bien Anelea, ya lo has oído, adelante pues.
-
“Ich bin der Wächter, öffnet es das
Portal und holt es die Schüler bis hier.[17] – Un círculo de luz plateada comenzó a
formarse alrededor de Yrret y Six, sus cuerpos comenzaron a desintegrarse en
pequeños átomos de luz, desapareciendo en segundos.
-
Y para esto me habéis obligado a venir a mí también. – Aetna estaba alterada
tendría que pasar unos días allí encerrada, y estar con su padre en un lugar
repleto de libros y artilugios que tienen que ver con la magia, eso sería un
verdadero problema, estaba segura que no podría soportarlo.
-
Niña, ya está bien de tanta queja y de tanto grito, si quieres irte hazlo, si
es que sabes como salir de aquí de forma segura, me doy por vencido; ya estoy
mayor para seguir soportando tus rabietas de niña pequeña… no me puedo creer
que ya tengas veinticinco años…
-
Padre…
-
Nada de excusas, sal de aquí si tanto detestas estar en un lugar como este,
incluso si tanto aborreces pasar unos días en compañía de tu anciano padre.
-
No es eso, te conozco y sé que no vas a parar de – cambiando el tono de su voz
a uno más grave intentando imitar la voz de su padre – ¡oh! Mira esto sirve para…, cariño lee este
libro y…; padre llevas tanto tiempo intentando que siga tus pasos que creo
conocer todos tus trucos.
-
Ya he dicho que me doy por vencido… – dejó salir un suspiro, se volteó y
encaminándose a una de las estanterías comenzó a ojear los volúmenes allí
colocados.
-
Padre… – susurró, mirando a su alrededor.
En
el plano de la guardiana…
En
un campo completamente cubierto de verde hierba, un riachuelo susurraba a su
paso por le lugar, a lo lejos se podían ver unas suaves colinas en las que
algunos árboles dibujaban pequeños grupos de un verde más intenso.
Una
hermosa construcción de líneas clásicas, columnas de capiteles corintios,
tejado a dos aguas con cubierta de un rojo intenso, se levantaba majestuosa en
medio de aquel idílico lugar, a un lado de la misma un hermoso jardín, y en las
escalinatas que daban acceso a la vivienda, una hermosa joven estaba sentada
esperando, mirando a un círculo de mármol que se encontraba a unos metros de la
casa.
-
Ya llegan, solo espero que todo haya salido bien, es la primera vez que hago un
transporte doble a este plano.
Una
luz plateada comienza a reverberar en medio del círculo y segundos después
millares de luces comienzan a arremolinarse, poco a poco en milésimas de
segundo éstas comienzan a formar los dos cuerpos. Yrret y Six aparecieron, por
lo visto todo había salido a la perfección.
Ambos
se miraron, se sentían algo más ligeros, llenos de una energía que jamás habían
sentido antes, se veían capaces de hacer cualquier cosa sin llegar a cansarse.
Al
mirar a su alrededor se quedaron enamorados de inmediato del lugar, era tan
tranquilo y hermoso, la paz se podía respirar. Poco a poco van mirando todo a
su alrededor hasta que sus ojos se quedan clavados en una hermosa joven que se
acerca a ellos grácilmente, vestida con un traje de tul azul celeste y unas
sandalias cuyos tirantes suben por las piernas cual sierpe. Su cabellera posee
dos mechones blancos que resaltan sobre el dorado del resto de la misma, y sus
ojos parecen dos zafiros brillando a la luz del sol. El rostro blanquecino,
delicado y atravesado por una gran sonrisa.
-
Al parecer todo ha salido bien, Yrret, Six, bienvenidos a mi mundo.
-
Anelea ¿eres tú? – preguntan ambos a la vez.
-
Nada de presentaciones ya sabéis quien soy. Ahora lo importante, cuanto antes
se empiece con todo antes estaréis preparados…
-
Espera, así sin más, no sé esto no me parece…
-
A callar, Yrret estás aquí para despertar tu elemento y si es posible dominar
el resto de elementos; Six tu debes dominar el tuyo o despertarlo eso he de
comprobarlo, e intentaremos hacer algo con esa torpeza, así que hay que empezar
a trabajar cuanto antes –. Les mira seriamente, aunque en su rostro la cálida sonrisa
sigue dibujada, luego se dirige al joven Karas. – Six acércate he de saber si
has despertado completamente o solo fue un simple salto de energía –. El joven
se acerca a ella temeroso, cohibido por la bellaza de la joven. Siente como
ella coloca sus manos sobre su pecho y como su corazón se acelera al sentir
aquel contacto –. Parece que sólo fue un salto, sólo ha sido una brecha no hay
nada abierto del todo. Six Karas tengo que entregarte algo que te pertenece
aunque jamás lo hayas visto.
-
Sólo un salto de energía, la verdad que lo que sentí en aquel momento fue algo
muy intenso – en su rostro se refleja la incertidumbre –, y ¿Cómo puede ser
eso? ¿Cómo me va a pertenecer algo que nunca he visto? – el rostro
completamente dubitativo, la incertidumbre aumentaba poco a poco apoderándose por
completo del joven.
-
Está bien, tendré que dar una pequeña clase –. Suspiró y señalando un pequeño
banco que se encontraba a unos metros de ellos, continuó –. Sentémonos…, parece
que no lo sabéis pero los hijos del eclipse siempre están acompañados por el
viento del pasado, y por la tierra, elemento que equilibra al eclipse.
Reconoceréis a la portadora del elemento tierra, en esta ocasión es mujer, por
un colgante en forma de media luna y porque ella se pondrá en contacto con
vosotros dentro de poco –. Tomó aire y miró los rostros de ambos, pendientes de
cada palabra y de cada movimiento –. El agua, el fuego y el viento, que junto a
la tierra son los guardianes del eclipse, os estarán ayudando para encontrar lo
que se ha perdido, y no sólo eso, también podréis ayudar a alguien… no, mejor
no os digo su nombre de momento, será más emocionante si os dais cuenta
vosotros –. La impaciencia comenzaba a dibujarse en el rostro de Six, aún no le
explicaba a que se refería con eso de que tenía algo que le pertenecía –. A ver,
tengo este amuleto, siempre ha pertenecido al viento del pasado…
-
Deja de referirte a mi como viento del pasado, tengo un nombre ¿sabes?
-
No me interrumpas, como ya he dicho esto pertenece al viento del pasado, a lo
largo de la historia han existido varios portadores del elemento viento del
pasado, al igual que han habido varios hijos del eclipse, unos buenos otros
terroríficos…
-
A mi lo que me preocupa, como uno de esos hijos, es saber si alguno ha llegado
a destruir…
-
Sí, ha sucedido. Hay constancia de dos destrucciones completas de todo lo que
en aquel momento se conocía, pero nunca ha desaparecido la magia, el problema
es que hay dos hijos del eclipse uno femenino y otro masculino, si ambos siguen
el camino oscuro la destrucción es completa, si es uno solo o el elemento
femenino en la ecuación muere, la destrucción respeta la magia, y en el nuevo
mundo se sigue conociendo y usando. Se pensó que obligando a ambos a casarse se
solucionaba el problema, pero no es así –. Suspiró profundamente –. En los
últimos siglos los antecesores de Six han muerto al nacer y los hijos del
eclipse nunca han despertado, ya que muchos han sido asesinados nada más nacer,
la gente tiene miedo, así que podéis estar agradecidos a vuestros padres por no
haberos matado, o mejor dicho por no creer en leyendas.
Six,
tu en cambio, debes agradecer que este amuleto no llegase a tu familia como tenía
que haber sucedido. De haber sido así no existirías, este amuleto fue maldecido
por el portador en la última destrucción conocida, después de eso todo
destinatario fallecía, al nacer o al cumplir los diez años. Y no me preguntéis cómo
es que lo tengo yo porque no os lo voy a decir, no es importante ese detalle
para lo que debe pasar.
-
Pero ¿por qué?
-
Sencillo, si uno de ellos, o ambos, sigue el camino oscuro la llave para dar el
conocimiento del poder de la magia ancestral y de tornarla en negativa y
destructiva es el viento del pasado.
-
Y a pasar de eso ¿quieres que yo tenga ese maldito amuleto?
-
Es tuyo por derecho, la maldición ya ha sido removida, lo que vosotros hagáis
es cosa vuestra, yo solo estoy aquí como guardiana del conocimiento, como maestra.
-
Yrret creo que no voy a poder hacer esto, no solo saber que mi hermano… ahora
esto, creo que no podré soportarlo –. El pesar se reflejaba en su rostro, la
angustia, el dolor y finalmente las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
-
Six te puedo asegurar que no voy a destruir nada, ya hace tiempo que nos
conocemos. No sé ella pero yo no voy… – sacude la cabeza y en su mirada se
refleja una fuerte determinación –. No, tenemos que hacerlo Six. Tenemos que
demostrar que podemos dominar nuestro destino. Six te necesito, no sabía por
qué pero desde el momento en que te vi supe que estábamos ligados por algo,
sentí lo mismo cuando vi por primera vez a ese que nos siguió hasta aquí. Somos
parte de esto, Six déjame mostrarte que podemos crear en vez de destruir, que
podemos hacer que el mundo mejore…
-
Yrret eso suena muy idílico, no quiero caer en eso y luego toparme con la cruda
realidad, no podré soportarlo.
-
La cruda realidad es que tenemos en nuestros destinos destruir o conservar lo
que conocemos, matar o no a millones de seres inocentes, tomemos las riendas y
hagamos nuestro mejor esfuerzo por evitar que lo peor suceda, creemos una nueva
leyenda y evitemos que más inocentes mueran nada más nacer, sólo por hacerlo en
un día de eclipse de luna roja.
-
Yrret… no sé si podré… pero… – suspira y le mira directamente a los ojos – lo
intentaré.
-
Bien, veo que está decidido, aquí tienes tu amuleto, te será necesario para lo
que ocurrirá después. – Le tiende un anillo de oro, con dos cabezas de león
grabadas a ambos lados de un rubí tallado en forma de rombo, al verlo parece
que ambas cabezas van a devorar la piedra central. Incluso Yrret, poco experto
en percibir la esencia o fuerza mágica, percibe la que posee aquel pequeño
objeto; sucede como aquella vez al tomar el colgante que lleva en su cuello. –
Bien ahora tendréis que entrar solos, yo no os puedo acompañar.
-
Espera eso es todo, no hay instrucciones ni nada que no debamos hacer.
-
Simplemente tenéis que entrar y llegar al centro, allí podréis ver un pequeño
pilar, a su alrededor grabado en el suelo encontrareis cuatro parejas de
símbolos, cada pareja pertenece a un elemento. Os pondréis sobre el grabado que
representa al vuestro, de ese modo en el pilar central aparecerá el cristal del
aire, una vez suceda eso lo tendréis que tocar con vuestros amuletos en la mano
derecha, eso es todo – no puedo decirles que tendrán que pasar unas pequeñas
pruebas al entrar y que tocar ese cristal de aire será una experiencia bastante
dolorosa, por otro lado ambos son fuertes de espíritu y de cuerpo aunque no lo
parezca superaran el trance.
Los
hombres se miran y se encaminan completamente decididos a enfrentar su futuro.
Yrret está deseoso de ver que pasará una vez todo llegue a su fin, de saber, de
averiguar si eso le ayudará a descubrir y terminar la tarea que su padre dejó
pendiente.
Six
traga saliva, se encuentra un poco temeroso, si lo que sucedió en el momento en
que apareció por primera vez su poder se repite…, no está seguro que su cuerpo
lo resista.
Suben
las escalinatas lentamente, al estar frente a aquella puerta se detienen,
mirándose mutuamente, un escalofrío recorre sus cuerpos están a punto de cruzar
la puerta que cambiará su forma de vida, a punto de abrir la puerta que
decidirá como será su futuro. Ambos levantan sus manos y las colocan sobre
aquella fría madera, empujando lentamente. Ante ellos se abre un largo pasillo
en la penumbra, la sensación de peligro aflora a sus pieles, la de
imposibilidad se ilumina en sus mentes, que algo tan largo puede estar dentro
de un edificio como aquel es algo que no entra en su razón.
Al
fondo de aquel largo pasillo se puede vislumbrar un pilar tenuemente iluminado
con una luz blanquecina.
-
Maestro, no sé por qué pero esto no me gusta lo más mínimo, parecía demasiado
sencillo llegar al centro y ahora…
-
Te comprendo perfectamente, creo que la guardiana se ha callado algo, pero ni
modo, ya estamos aquí así que adelante no hay que amedrentarse, que no se diga
que no somos lo suficientemente hombres como para enfrentarnos a lo que sea.
-
Maestro siempre igual, la verdad es que yo me volvería ahora mismo, creo que lo
que me identifica como hombre se ha quedado congelado y se ha hecho pedacitos,
solo de ver esto se me han puesto en la garganta. – Yrret le coloca las manos
en los hombros y le mira fijamente.
-
Six tan bien tengo miedo, miedo a lo desconocido, al fracaso, pero… eso no me
impedirá seguir adelante, todas las experiencias por las que pasemos a partir
de ahora sólo pueden matarnos o hacernos más fuertes. Estoy firmemente
convencido de que nos harán mucho más fuertes, no creo que si nos esperase la
Dama Negra , Anelea nos dejase entrar así de
fácil, ¿no lo crees?
-
Bien – suspira – puede que tengas razón. En ese caso no queda otra que entrar
¿no? – Yrret asiente.
Ambos
entran avanzando lentamente, apenas unos metros y la puerta se cierra de golpe,
la oscuridad es absoluta, solo una mortecina luz al final de aquel enorme
pasillo.
Se
detienen un instante y cierran los ojos para intentar adaptarlos a la oscuridad
lo antes posible. Al abrirlos de nuevo pueden distinguir levemente las marcas de
los bloques de piedra de la paredes, vislumbran la silueta de las columnas que
sostienen el techo, a intervalos regulares, también se ven levemente lo que
parecen soportes para antorchas; a unos diez metros por delante les parece ver
lo que podría ser una puerta al lado derecho del pasillo. Por mucho que lo
intentan no pueden captar ningún detalle más.
-
Six procura tener los sentidos alerta, me da la impresión que no estamos solos
aquí.
-
Sí, de acuerdo… ahora que lo mencionas creo detectar cierto nivel de magia
hostil…
De
nuevo el silencio roto por sus pesadas respiraciones, desde el momento en que
la puerta se cerró el ambiente se puso más cargado. Una sensación de
hostilidad, de venganza y sed de sangre se estaba dejando sentir por todo aquel
lugar.
Avanzaron
de nuevo paso a paso, apenas si se habían movido un par de metros cuando se
escuchó un sonido metálico y seco, como el de un alambre al ser cortado. Yrret
de inmediato se lanzó al suelo arrastrando a Six consigo. De ambos lados del
pasillo volaron hacia ellos flechas que chocaban contra el muro contrario, ya
que ambos se encontraban tumbados en el suelo.
Cuando
el ruido provocado se disipó, comenzó a escucharse el sonido chirriante de un
muro pesado al desplazarse. Ambos alzaron sus cabezas sin mover el resto del
cuerpo, en algún lugar de aquel pasillo se estaba abriendo algo.
-
Maldición que será lo que va a pasar ahora, y estamos desarmados.
Se
levantaron lentamente observando con la máxima atención posible si algo a su alrededor
cambiaba, el sonido se había detenido, el silencio era absoluto y ellos casi ni
se atrevían a respirar, sus pechos se encontraban oprimidos, sus bocas secas,
el miedo empezaba a apoderarse de cada centímetro de sus cuerpos.
Un
par de pasos más y lo único que notan es un cambio brusco de temperatura, como
si acabasen de atravesar un muro invisible y muy delgado, pero al otro lado de
esa fina lámina la temperatura es casi gélida.
De
pronto y sin previo aviso Six soltó un terrorífico grito, intentaba alejarse
pero estaba como petrificado, sus piernas no se podían mover, sus brazos se
movían intentando alejar algo, aunque por mucho que Yrret mirase no veía nada
en absoluto que estuviese cerca de ellos.
-
Aléjate, aléjate de mí, has venido a terminar lo que no te atreviste a hacer el
otro día ¿verdad?
-
Vamos hermanito, tu mismo me lo ofreciste, o no era cierto lo que dijiste de
que tomase lo que deseaba de ti, no iras a decirme ahora que como me has
traicionado…
-
Déjame en paz, márchate, demonios por qué no aparece ahora el poder, necesito
defenderme, va a matarme, lo puedo ver en sus ojos… por qué no puedo moverme…,
Yrret, maestro ayúdeme por favor…, cómo… dónde está, maestro, maestro…, no, no
puede ser ¿voy a morir aquí?
-
Es inútil que grites, he esperado esto desde el momento en que descubrí que tú
tenías mucho más potencial que yo, desde ese mismo instante sólo te he odiado –
su rostro refleja el odio, la sed de
sangre, el sadismo empieza a formarse en su rostro, se relame y un brillo en
sus ojos no hace mas que asustar aún más a Six – ahora voy a convertirme en lo
que desde siempre padre deseó, voy a ser el digno heredero de la casa Karas,
hijo único como siempre ha sido, tu tan solo fuiste un desliz, un estorbo, un
obstáculo que voy a limpiar del camino en este instante. – Los ojos de Six
reflejan el pánico, su corazón está latiendo tan de prisa que se puede ver el
movimiento en el pecho, la respiración es tan acelerada que está a punto de
sufrir un ataque, el desenlace está a punto de llegar, la muerte se acerca
lentamente en la mano de su hermano, y poco a poco comienza a rendirse.
Yrret
no entiende nada de lo que pasa escucha las palabras entrecortadas de Six pero
no entiende que es lo que sucede, no hay absolutamente nadie allí, sólo ellos
dos.
De
pronto un pensamiento pasa raudo por su mente, y si ese pasillo está lleno de
pruebas que deben pasar para poder despertar sus poderes, para alcanzar esa
fuerza que se supone es suya; de ser así puede que Six sufra alguna prueba,
algo ilusorio, pero que para él, puede ser muy real, al ver las lágrimas brotar
de los ojos de su compañero y ver como el rostro está contraído por el pánico,
lo ve todo claro, Six está en medio de una prueba.
Al
mirarle de nuevo ve que lo peor está por suceder, Six se está dejando vencer,
sus ojos empiezan a ponerse en blanco, su respiración es tan acelerada que de
seguir así se quedará sin aire en los pulmones, su corazón va tan rápido que es
muy posible que de seguir así, en unos instantes más su corazón estalle. Six
está a punto de morir de miedo.
Yrret
respira profundamente, tiene que hacer algo de inmediato o el haber venido
hasta allí solo será una pérdida de tiempo y de un amigo. Se coloca frente a él
pone sus manos en los hombros, cierra los ojos e intenta entrar en la mente de
su compañero, lo ha hecho un par de veces anteriormente para salvar a algún
paciente que tenía problemas mentales. Es una técnica que no le gusta nada, es
realmente agotadora y por otro lado es como entrar en la intimidad de los
demás, aunque sea para ayudar.
Six
sigue en la espiral que le llevará a la muerte; ante él sigue el rostro de su
hermano, que poco a poco acerca su mano a su cabeza, sabe que si va a usar esa
técnica que posee debe tocarle para arrebatarle todo la energía mágica y
llevarse su afinidad elemental. Ya no puede más el miedo le paraliza, el pánico
lo devora, la desesperación le encamina a su final.
Se
deja conducir, se da por vencido, las lágrimas bañan su rostro… en ese momento
empieza a oír un eco distante, es un susurro apenas audible, no quiere
escuchar, sabe que es su hermano que ríe, pero ese susurro persiste, persiste,
ya solo quiere morir y acabar con todo de una vez…
-
Six… Six… escucha, Six es…
-
Ya es suficiente acaba conmigo de una vez…
-
Six, resiste, resiste, no te dejes…
-
Esa voz, esa voz, ¿maestro?
-
Six es una prueba resiste…
-
¿Prueba? Pero como puede ser posible yo aún sigo viéndole…
-
Créeme es una prueba, resiste.
-
No puede ser, si es una… un momento cómo no pude darme cuenta antes, estamos en
otro plano si no es por la guardiana nadie puede… – Comienza a respirar
normalmente, su corazón poco a poco va deteniendo la frenética carrera. –
Hermano no te va a ser tan fácil.
-
¿Eh? Y ese cambio, no pedías hace unos segundos que acabase ya.
-
Acabo de descubrir algo, lo siento hermano esto tendrá que esperar, tendrás que
esperar para convertirte en hijo único, puede que yo fuese un desliz, puede que
padre nunca esperase tener dos hijos, puede que las habilidades me las quedase
yo… pero sabes, madre supo demostrarme que me quería aunque tu y padre no lo
hicieseis, hace poco he descubierto que tengo amigos, sí, he descubierto que
tengo algo por lo que merece la pena vivir, y ahora he descubierto que puedo
hacer algo para que el futuro sea diferente…
-
No me hagas reír… – suelta una estrepitosa risotada – tú ¡hacer algo!, con lo
inútil que eres, no seas hipócrita, no vales ni para sirviente de un necio,
eres un desperdicio que tuvo la suerte de nacer en una familia acomodada y
encima nacer con dotes extraordinarias, pero ¿de qué le sirven a un inútil?
-
Puede que sea como dices, pero el reto está en afrontar esas dificultades y
superarlas, en volver lo que, según tú, me descalifica y hacerlo mi fuerte para
vencerte. Sabes, creo que a partir de este momento voy a dejar de temerte, así
que más te vale que empieces a tenerme respeto o miedo, el viento del pasado va
a despertar.
-
Imposible… lo has sabido… bien pues prueba superada – el rostro de Leafer se
empieza a transformar en algo diferente es un rostro amable, casi transparente.
Six
cae de rodillas, está completamente cansado, su pecho duele como si acabase de
correr por una cuesta empinada, respira a grandes bocanadas. Busca a Yrret,
para intentar agradecerle que le avisase de lo que estaba pasando.
Al
mirar hacia el frente ve a Yrret, está unos metros más adelante, está parado
frente a él con los ojos en blanco, en su rostro se refleja la sorpresa, el
miedo.
-
Tenemos el poder, vamos somos los Hijos del Eclipse, acabemos con todo…
-
Aetna, se puede saber en que estas pensando, como puedes decir eso.
-
Estoy cansada de este mundo hagámoslo de nuevo, un mundo donde seamos los
dueños de todo, donde no tengamos que sufrir el rechazo por ser lo que somos…,
vamos Yrret sé que en el fondo lo deseas. – Se acerca a él y le da un
apasionado beso, las lenguas se entrelazan y la saliva se mezcla, en su
interior el deseo se apodera de sus cuerpos.
-
Sí, lo haremos, cumplamos la leyenda, destruyamos…
Six
ve como en el rostro de Yrret de pronto se refleja la lujuria y la venganza o
la sed de sangre, está sucediendo, ahora le toca a Yrret pasar la prueba, pero
a qué se estará enfrentando, no tiene modo de saber lo que sucede, sólo escucha
palabras entrecortadas.
-
Aetna desatamos el final, pronunciemos el conjuro destructivo… – un momento que
pasa aquí, piensa, esto no puede ser voy a hacer lo que tanto he odiado, algo
va mal.
-
Amor, purifiquemos este mundo con la destrucción y el caos.
-
No, algo está mal…
-
Pero que dices déjate llevar, tenemos la corona, tenemos el conocimiento de la
magia ancestral, podemos hacer lo que queramos, pero sabes esos seres inferiores
lo impiden, sólo tienes que ver a Six, tan patético intentando negar lo que nos
correspondía por derecho, lo mejor que hiciste fue acabar con él, cada vez que
lo recuerdo siento un placer enorme, esa danza de cuchillas despedazándole,
umm, es delicioso… o el escuchar los gritos de aquella entupida mujer mientras
se consumía por mis llamas, solo de pensarlo me entran unas ganas tremendas de
recorrer las calles quemando a todos…
-
Para ya, eso no puede ser cierto…
-
Lo es, hemos hecho de todo, somos unos auténticos demonios sedientos de sangre.
Yrret
tiembla no sabe si de miedo o de placer, al final se ha convertido en lo que
temía ser, el destructor y asesino de todo lo conocido…
-
Maestro, maestro, por favor, maestro reaccione de una vez, ese rostro no puede
ser el autentico Yrret. – Six intenta hacerse escuchar, zarandea el cuerpo
inmóvil de su mentor, de su amigo. No sabe como poder ayudarle, sabe que él le
ayudó justo en el momento que estaba dejándose llevar. Pero cómo. Si era
preciso gritaría hasta quedarse sin voz.
-
Oyes eso Aetna.
-
De qué hablas, no puedo escuchar nada.
-
Es una voz familiar, aunque apenas audible. – Un susurro se escucha, Yrret con
los ojos clavados en los de la muchacha, pero continua escuchando aquel susurro
débil.
-
Yrret… maestro…
-
Me llama maestro, pero quien puede ser si todos mis alumnos han muerto a mis
manos…
-
Es tu… es…
-
No sé que ocurre, ¿de veras que no lo oyes Aetna?
-
Prueba…, resístete. – Cada vez es más tenue, más alejada la voz.
-
Prueba, puede ser que todo esto… ahora que… imposible – empieza a mirar a su
alrededor y no reconoce nada – esto es…
-
Maestro… le es…
-
Yrret ¿qué pasa? acabemos con esto de una vez, usemos el poder para destruir,
hagamos arte hagamos un nuevo mundo, hagamos realidad las leyendas que hace
siglos se han escrito sobre los Hijos del Eclipse.
-
Leyendas, recuerdo que quería forjar una nueva leyenda… espera… ¿prueba? No
será que…
-
Hay ya deja…
-
¡Basta!, mi deseo nunca ha sido destruir, por los dioses, siempre he deseado
ayudar a los demás por eso seguí el camino de la curación. Ya veo, es mi
prueba, es mi miedo a caer en el lado tenebroso, mi temor a dejarme llevar y…
entiendo – respira profundamente cierra los ojos y comienza a liberar su mente
– no puedes hacer que me convierta en lo que más detesto. Lo siento, mi futuro
lo decidiré yo, voy a afrontar los cambios, a desechar los miedos, la
posibilidad siempre estará presente pero creo que ese poder se puede usar para
otras cosas a parte de destruir.
-
Y ese cambio, no me lo puedo creer acabas de escuchar unos susurros que nadie
más oye y…
-
¡Calla!, tu eres la locura, la destrucción, no eres la verdadera hija del
eclipse, esto es una prueba, desaparece y…
-
Vaya así que has aceptado que la posibilidad existe y ya sabes que esto es…
bien prueba superada.
Cae
de rodillas con el cuerpo dolorido, mira al frente y se encuentra con la mirada
de Six, ambos sonríen aunque deben reconocer que muy posiblemente si hubiesen
entrado por separado el resultado seguramente sería otro.
Yrret
se incorpora, deben continuar. Comentan en voz baja lo sucedido a cada uno, se
dan cuenta que la prueba era enfrentar su miedo. El de Six el miedo a morir a
manos de su hermano, el peor de Yrret era el que se había producido tras
descubrir que había nacido el día del eclipse de la luna roja.
Avanzan
despacio por aquel pasillo que sigue dando la sensación de ser interminable. De
nuevo un sonido metálico seguido de un silbido como el producido cuando algo
avanza rápidamente. Ambos se detienen esperando que aparezca algo, pero solo
escuchan el silencio. Deciden continuar paso a paso, un pie ente el otro, un
crujido avisa de lo inminente.
Frente
a ellos el suelo se abre, las paredes ocultas por la oscuridad se iluminan,
cientos de antorchas se encienden. Ahora ante ellos un foso lleno de un agua
oscura, y dentro aparentemente flotando unas pequeñas plataformas, las que
formaban un camino hasta el otro lado.
-
Esto me da muy mala espina…
-
Prueba de percepción mágica, y yo no soy nada bueno en eso.
-
Yo iré delante, maestro sólo pise en las que yo lo haga, y todo saldrá bien. –
Yrret asiente aunque no las tiene todas con él.
Six
se acerca al borde y observa detenidamente las tres plataformas que están ante
él. Después de un par de minutos pisa la del centro, la siguiente la de la
izquierda, luego derecha, centro, derecha, izquierda, centro, se detiene y
voltea para confirmar que Yrret le sigue, para su sorpresa éste se encuentra
aún en suelo firme, el motivo las plataformas que él había dejado atrás han ido
desapareciendo según él iba avanzando, no entiende que sucede, pero puede
empezar a imaginárselo.
Continua
hasta el final, una vez se encuentra en suelo firme las plataformas comienzan a
aparecer de nuevo desde el inicio hasta donde él se encuentra. Yrret suspira,
lo presentía, no podía ser tan sencillo como seguir al que fuese delante.
Agudizando
sus sentidos al máximo intenta percibir la magia en aquellas plataformas, no
está seguro de que es lo que puede pasar si por error pisa la que no debe, lo
cierto es que no le apetece caer en aquella cosa negra y descubrirlo. Cierra
los ojos y se concentra al máximo, al abrirlos de nuevo ve como un pequeño halo
blanquecino entorno de ciertas plataformas, un halo que reverbera como si
estuviese vivo.
Respira
profundamente y pisa sobre la primera plataforma con aquel extraño halo a su
alrededor, no pasa nada, solo por curiosidad pasa un pie sobre una de las otras
plataformas con la intención de pisarla y antes que siente el pie en ella Six
grita un no que reverbera por la estancia, confirmado debe avanzar por las que
ve de aquella forma tan peculiar.
Al
llegar al otro extremo respira aliviado, al mirar hacia atrás puede ver como el
pasillo está normal, es como si ningún obstáculo hubiese existido, suelta una
pequeña carcajada, que ironía aún no lo puede creer, y ahora que sería lo
siguiente, fuego, cuchillas oscilantes, un grupo de animales salvajes o
esqueletos, ya le parecía que cualquier cosa podría pasar, pero al volver la
mirad al frente se encontraron con la puerta que daba paso a la sala en la que
se encontraba su meta. La puerta que había estado abierta desde que habían
entrado en aquel pasillo ahora estaba cerrada, pero estaba a un par de metros
de ellos. Ambos se miraron entre sorprendidos y frustrados.
Avanzaron
lentamente, sospechando que en aquellos pocos pasos que les separaban de la
puerta, todavía se podía esconder una sorpresa, sin embargo, llegaron
normalmente a ella. Colocando sus manos sobre la superficie fría y pulida de
aquella puerta, la empujaron y cedió, chirriando y crujiendo.
La
sala era una estancia amplia y circular, en el centro se encontraba una columna
de aproximadamente metro y medio, con capitel corintio muy elaborado, entre las
hojas de acanto se podían ver pequeños insectos que parecía iban a salir
volando en cualquier momento, pero su pétreo estado se lo impedía, en la basa
de la misma unas serpientes parecían vigilar. En el suelo de mármol blanco en
intervalos regulares se veían los símbolos de los cuatro elementos, cada pareja
estaba enfrentada.
Yrret
y Six se colocaron sobre el símbolo del aire, una triple espiral que gira de
derecha a izquierda. Al colocarse sobre el grabado este comienza a brillar en
una tonalidad blanquecina para ir tornándose de un azul celeste que va subiendo
de intensidad hasta cubrir la estancia con su luminosidad casi cegándolos; sus
cuerpos poco a poco se ven cubiertos con esa luz.
Sobre
la columna comienza a arremolinarse un conjunto de luces, pequeños puntos
luminosos, que van tomando forma. Al finalizar el proceso, que sólo dura unos
segundos, se puede ver una piedra negra, pulida y brillante como el cristal,
ambos tienden su mano derecha con sus respectivos amuletos en ella, cuando sus
manos tocan el frío objeto un estallido de dolor recorre sus cuerpos.
Se
quedan completamente inmóviles, no pueden mover ni un solo músculo, están como
petrificados pero sus sentidos están totalmente operativos. El dolor es tal que
sus bocas están abiertas sin poder recoger el aire que necesitan, sus ojos
están en blanco y unos hilos de lágrimas de sangre recorren su rostro. Es como
si cientos de agujas se estuviesen clavando en sus cuerpos, como si las
cuchillas más afiladas los estuviesen cortando en láminas tan finas como el
papel; es como sentir millones de granos de arena azotando la piel con la fuerza
de la tormenta del desierto, es recibir el aire más puro y limpio de golpe. La
estancia se llena de oxígeno puro.
Un
pilar de luz blanca los rodea subiendo hasta lo más alto atravesando el techo
de la construcción y subiendo hasta el cielo de aquella dimensión en la que se
encontraban.
En
el mismo instante que el pilar de luz les cubre, por su mente comienzan a
aparecer las distintas fórmulas, los encantamientos, todo lo relacionado con el
elemento aire, los movimientos de manos o de brazos, las palabras para invocar.
Cuando parece que el torrente de conocimiento termina una nueva oleada aparece
saturando hasta la última de las neuronas, el conocimiento mágico de miles de
años se arremolina en sus cerebros, sus rostros marcan hasta la última de las venas
y capilares que lo recorren, los ojos parece que van a salirse de su lugar, la
boca se abre y cierra mientras babea, están a un paso de la locura, a un paso
de que sus cabezas estallen.
Tras
lo que han parecido años, pero que solo han sido unos minutos, las diferentes
oleadas de información dejan de bombardear sus cabezas. Sus cuerpos se elevan
unos metros del suelo entre ellos la extraña piedra negra, que se fragmenta y
se introduce en sus cuerpos. En ese momento el pilar de luz en el que se encuentran
comienza a latir como un corazón, para luego explotar produciendo una onda y
luego otra y otra, como la que se crea al tirar una piedra en un estanque. La
onda se esparce por todo el lugar, una onda blanca, luego la siguiente siendo
seguidas por un sordo zumbido.
-
Bien han despertado ambos, descansar chicos os lo merecéis, mañana empezaremos
con la práctica de lo que habéis recibido ahora, esto ya no se puede parar… –
Anelea sonríe y se desvanece.
En
su castillete, Leafer intenta pensar en una forma de deshacerse de los
obstáculos que representan su hermano y aquel médico de tres al cuarto,
obstáculos que se interponen en su camino para hacerse con el poder y la
corona.
-
Deshacerme de mi hermano no es muy complicado, pero encontrar la forma de
acercarme al otro sin levantar sospechas es un poco más complicado. – En aquel
instante un zumbido casi imperceptible se escucha, al levantar la cabeza y
mirar por la ventana que se encuentra frente a su mesa, ve acercarse una
especie de ola blanca. Se queda perplejo, qué demonios es aquello que se acerca
imparable. La ola entra en la estancia y le atraviesa, sus ojos se abren al
máximo la sorpresa se refleja en su rostro. – Maldición, no, no puede ser
cierto, esto no estaba en mis planes, han despertado antes de lo que yo
pensaba… – da un fuerte golpe con el puño sobre la mesa y se levanta.
A
varios kilómetros de Lennut en las agrestes cimas de las Montañas del Olvido,
una anciana rompe su meditación cuando una onda de energía blanca la atraviesa.
La anciana abre sus ojos y sonríe.
-
Ya ha despertado, he de avisar a mi nieta su elemento tierra será necesario,
así que debe reunirse con ellos lo antes posible. – La anciana se pone de pie y
baja la pendiente que separa el saliente en el que se encontraba meditando del
lugar en el que ante una gruta se levanta una pequeña cabaña. La anciana se
dirige a ella y entra; es bastante ágil y rápida para lo que aparenta. – Niña
el momento ha llegado, “la
Pantera ” tiene que hacer acto de presencia.
-
Estás segura abuela, soy una guerrera, una guerrera incompleta, aún no acabo
con mi entrenamiento, deseo ser tan buena como padre y para ello aún me falta,
no sé nada de magia, no sé si eso… – una voz dulce pero a la vez fuerte y
decidida se escucha, su dueña se encuentra sentada en una esquina rodeada por
las penumbras de la cabaña.
-
Tranquila mi pequeña, eres la tierra que equilibra el eclipse, por otro lado la
sangre guerrera de tu padre y la mágica de tu madre corren en tu interior, con
eso ya es suficiente.
-
Bien si tú así lo crees, y si es absolutamente necesario…
-
Lo es, no te preocupes, te convertirás en la guerrera más valiente y fuerte de
la historia y si estás cerca de este grupo no dudes que será en muy poco
tiempo.
-
Entonces partiré cuanto antes, prepararé lo necesario.
-
No olvides esto, te reconocerán como el elemento tierra con el –. La anciana le
tiende un colgante, una cadena de plata del que cuelga una media luna de
platino con un ojo de tigre incrustado justo en el centro.
-
No lo olvidaré, gracias.
En
una isla deshabitada perdida en el inmenso océano, en lo más profundo del
bosque que cubre casi en su totalidad la isla, se levantan unas ruinas
hermosas, el esplendor de antaño aún se puede ver en la sobriedad de las
líneas, en el exquisito pulido de mármoles y piedras, en los detalles de
ornamentación.
En
el interior de un semi derruido templete, dentro de un nicho frente a un
pequeño altar un cetro comienza a reverberar y a brillar al ser atravesado por
una onda de energía blanca, produciéndose un zumbido, una resonancia.
Las
aves en el bosque levantan el vuelo, los animales se azoran por unos instantes.
Poco
a poco en el idílico paraje todo vuelve a la normalidad, solamente hay algo
diferente, ahora una tenue luminiscencia verdosa puede ser vista en aquel templete.
En
las lejanas tierras del norte, azotadas por una ventisca de nieve, en un lugar
donde las nieves son prácticamente perpetuas, y el frío es casi insoportable,
en un paisaje tan blanco que la luminosidad hiere los ojos, encontramos apenas
visibles los restos de un templo.
En
lo más profundo de sus estancias, sobre un altar de mármol negro, una corona
comienza a reverberar y brillar al ser atravesada por la onda blanca, el objeto
comienza la resonancia.
En
el exterior la fuerte ventisca se detiene de improviso, el cielo se despeja un
poco permitiendo que algunos rayos de sol iluminen el helado paraje.
Unos
minutos más tarde todo vuelve a la normalidad, el viento comienza de nuevo a
soplar, el cielo vuelve a tornarse gris oscuro y de nuevo algunos copos de
nieve hacen acto de presencia.
En
cambio en el interior del templo, la sala del altar se ve iluminada por un
resplandor plateado que procede de la corona.
En
el interior de la biblioteca donde se encuentran Aceo y su hija. Es ésta la
primera en sentir el impacto de la onda, siente como si algo o alguien la llamasen,
siente como si un fuerte lazo se atase en torno a ella y siente la necesidad de
acercarse a esa persona. Su otra mitad está despierta, el círculo del eclipse
se completa.
Por
otro lado en uno de los estantes, en la zona dedicada a libros sin traducir, un
grueso tomo comienza a brillar y resonar.
Todo
vuelve a la normalidad, Aceo sonríe y su hija sabe que también ha sentido lo
que ha pasado en el otro plano, sin embargo algo es diferente, aquel grueso
tomo de tapas oscuras con un extraño grabado en el lomo desprende un leve
resplandor grisáceo. Algunos de los objetos que se encuentran guardados en
vitrinas también están rodeados de un leve resplandor en cada objeto una
tonalidad diferente, aunque poco a poco van desapareciendo, en cambio la del
libro permanece inmutable.
Thyeor
en su ensoñación del pasado va caminando por un camino polvoriento, de pronto
se ve alterado. En su encierro sus ojos se abren y tan solo puede lograr
murmurar:
-
Ese poder… ese poder, lo necesito… tiene que ayudarme…
En
Deen Roof, la muchacha vuelve a despertar de su extraño sueño al ser tocada por
la onda blanca, abre los ojos y lo único que puede ver es el símbolo del aire
rodeado por los otros tres símbolos; agua, un círculo con una ola de tres
crestas; fuego, un círculo con cinco llamas en su interior dos hacia la derecha
dos hacia la izquierda y una al centro; tierra, un círculo con tres medialunas.
Intenta
murmurar algo pero le es imposible, de nuevo el sopor vuelve a sus ojos y queda
rendida en el lecho.
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