La carta
“Para mi querido hijo:
Sé que cuando leas estas líneas ha
pasado una de estas dos cosas: o Aceo se ha decidido por fin a hablar contigo y
ha convencido a tu madre para que te deje aprender la sabiduría que ella tanto
ha llegado a detestar; o por el contrario el muy cobarde ha esperado a que tu
madre esté anciana o incluso muerta para hablar contigo. Sea como sea le
comprendo, no todos pueden o podían enfrentarse al carácter de tu madre.
Si ha esperado a la muerte de
Annie, lo siento mucho, era una gran mujer y creo no equivocarme si digo que la
mejor de las madres.
Bueno me dejaré de divagaciones y
quizás de reavivar el dolor por la pérdida, y me centraré en lo más importante.
Empezaré por la duda más evidente
en el momento que estés en esta sala leyendo esta carta. Seguro que te estás
preguntando si todo esto que te rodea te pertenece, y la respuesta es sí. Cada
libro, cada frasco, cada objeto que aquí se encuentra es tu legado, el cual
puedes compartir con todo aquel que tu desees, espero tengas un buen criterio
para compartir esto con las personas adecuadas.
Todo fue descubierto por tu abuelo
Jan, luego trasladado aquí para ser minuciosamente estudiado; en esta
habitación, entre otras cosas, encontrarás cuadernos con las claves para
descifrar la escritura antigua en la que se encuentran algunos tomos, por otro
lado, dicha escritura una vez se conocen un par de pautas es muy sencilla de
memorizar, y puedo asegurarte que en muy poco tiempo la podrás usar como si la
conocieses desde tu nacimiento. También hallarás los distintos hechizos de
protección que guardan los objetos que encontrarás en la sala principal. Los
cuadernos de notas de tu abuelo sobre las investigaciones que realizó, y varias
cosas más, que no es cuestión de enumerar en una simple carta.
Como sabrás, y si aún no te lo han
dicho, ya te lo adelanto yo, Jan se dedicó en cuerpo y alma al estudio,
descubrimiento y búsqueda de todo lo relacionado con la orden Numit, y aunque
creo que consiguió encontrar todo, el siguió buscando, tanto era su amor por la
magia y por este pueblo desaparecido que tu abuela, Selin, y yo casi no le
veíamos, por suerte yo disfruté mucho del poco tiempo que pude pasar con él,
cuando me enseñaba, cuando le ayudaba en sus estudios y búsquedas, pero fue
poco, bueno creo que yo fui peor padre que Jan, mira que dejar que me
asesinasen cuando tú apenas eras un niño, pero bueno eso ya habrá tiempo de aclararlo
y por adelantado perdón por no haber estada a tu lado.
Espero que Aceo te haya dicho algo
sobre la Corona, de no ser así cualquier duda que pueda surgirte al leer estas
líneas consúltala con él.
Sí, es un objeto muy peligroso,
esté en las manos que esté, por desgracia desapareció al intentar trasladarla,
estaba más protegida de lo que Jan y el resto esperaban. La buscó Jan sin éxito
en su trabajo, y me enseñó todo lo necesario para continuar la búsqueda y yo
fracasé justo cuando estaba más cerca de lo que nadie sospechaba.
Yo estaba tras su pista, casi
podía tocarla por decirlo de alguna forma, pero había alguien más que seguía
mis pasos, lo descubrí un poco tarde, aunque debí haberme dado cuenta mucho
antes, ya que siempre había algo que se interponía entre la corona y yo, en el
último momento aparecía un problema que complicaba todo, o un dato era erróneo,
o un accidente retrasaba mi llegada al lugar unos días y cuando yo llegaba, el
supuesto edificio, sótano, ruinas, o lo que fuese había sido vilmente saqueado,
claro que de una forma que no me indicaba en un principio que hubiese sido saqueado
en los días anteriores, siempre procuraban ocultar en la medida de lo posible
eso, haciendo que pareciese mucho más antiguo lo allí sucedido.
También sucedió varias veces el
que un cartel indicador estuviese cambiado… y muchos otros detalles que
debieron haberme puesto en alerta, lo único que aliviaba mi desesperación era
saber que al intentar tocar la corona sin pronunciar el hechizo anulador de la
magia protectora, esta desaparecía de nuevo matando a la vez al que la tocase.
Una vez activado el hechizo de salto, si no se sabe lo necesario para
desactivarla, tocarla es una muerte segura.
Sí, tras mucho tiempo de
investigaciones pude descubrir cual era ese hechizo, lo encontré por una de
esas casualidades que ocurren de muy vez en cuando, no entraré en más
detalles para no alargar demasiado mi
relato.
Cada vez que la corona desaparece
se traslada a un lugar relacionado con los Numit, ya sean ruinas de templos,
castillos, abadías monasterios, centros de investigación u hospicios, etc.,
pero siempre es siguiendo un patrón de salto, esto hace que la búsqueda sea difícil
ya que muchas ruinas son prácticamente desconocidas o han desaparecido casi en
su totalidad, en algunos lugares hay que meterse en el sistema de
alcantarillado de la actual ciudad para poder encontrar los vestigios de las
antiguas calles y edificaciones.
Siempre tuve mis sospechas de
quien era el que me seguía aunque jamás, por lo menos que yo me diese cuenta,
nos encontramos cara a cara, esa sabandija sabía guardar las distancias y
esconder muy bien su poder.
Todo quedó aclarado confirmando
mis sospechas en el momento de mi muerte; existió y está claro que aún existe
una orden, “La orden de la Tinieblas”, que estaba en contra de toda forma del
uso de la magia para el bien de los seres vivos, se sabe que fueron los
principales rivales en tiempos de la orden Numitiana, pero hay pocos datos
sobre ellos o son muy vagos.
La persona que me asesinó era un
sicario de la orden de las Tinieblas. Te preguntarás que cómo lo sé, yo le vi,
un hombrecillo delgado de aspecto siniestro al que le faltaba el ojo izquierdo
y que llevaba bordado en su camisa, negra como la noche, un puño aferrado a un
puñal que atravesaba un corazón palpitante, ese símbolo es el del gremio de
asesinos de la orden de la
Tinieblas.
No te sorprendas, algunos de sus
miembros son tan cobardes que prefieren usar asesinos a enfrentarse en un
enfrentamiento de magia con nosotros.
Como puedes ver mi vida fue
bastante agitada y aún quedan cosas y secretos sin revelar sobre ella, algo que
iras descubriendo a su debido tiempo, cuando sea necesario ya que hacerlo todo
de golpe sería algo tedioso.
Sé que ahora mismo te estarás
preguntando cómo es posible todo esto, te estoy describiendo a mi asesino, lo
sucedido en ese momento, no, la carta no fue escrita antes; así que no te
extrañes esta carta se comenzó a redactar en el mismo momento de mi muerte, un
simple hechizo de transmisión de pensamiento enlazado con el objeto adecuado y
pasan estas cosas, los pliegos ya estaban colocados en el sobre y este lacrado,
de eso me ocupé yo mismo el día que partí con dirección a los territorios de
Lobrad al otro lado de la Cordillera del Olvido, tenía un mal presentimiento,
la sensación de que algo iba a ocurrir en ese viaje...
Bueno eso es harina de otro costal,
continuaré hablando de lo importante, de la petición que he de hacerte y de
algo que te concierne y debo tranquilizarte”.
Yrret se sentía
intranquilo estaba a punto de romper a llorar, no estaba seguro de terminar sin
soltar lágrimas. Aquellas declaraciones le conmovían y hacían que se sintiese
triste. No podía dejar de pensar que lo habían matado por algo que quizás ya no
existiese o que tal vez se había destruido hacía mucho tiempo, una fuerte rabia
se estaba mezclando con sus sentimientos de tristeza, una ganas inmensas de
venganza le empezaban a inundar, de encontrar al asesino y destruirlo sin
piedad al igual que al maldito que había ordenado la muerte de su padre.
También estaba
sintiendo curiosidad por saber que era aquello que su padre quería decirle; la
petición suponía lo que era pero le intrigaba saber que sería lo que estaba
relacionado con él.
Estaba ávido por
saber que era aquello que su difunto padre había de revelarle así que continuó
con la lectura.
“La petición es sencilla, supongo
ya te imaginarás lo que va a ser, debes continuar la búsqueda de la corona y no
permitir jamás, ¡jamás! que sea usada para el mal, el poder que ella encierra
liberado por alguien perverso destruirá por completo el mundo tal y como lo
conoces, todo será completamente diferente, ten en cuenta que con ella se puede
dominar a cualquier ser vivo, sí cualquiera, y no uno solo a la vez, sino
ejércitos, esto claro está depende del poder de la persona que la use. También
puede conceder cualquier deseo que se pida, y varias cosas más que ya iras
descubriendo si se usa en combinación con alguno de los objetos que encontrarás
en las vitrinas que has visto al entrar en esta habitación.
También debes saber que existe una
joya capaz de neutralizar el poder de la corona, esto lo saben muy pocas
personas, tan pocas que creo no equivocarme si digo que somos tres contándote a
ti, y si te digo que dos ya estamos muertos pues solo quedas tú.
Es una joya, que a pesar de su
pequeño tamaño, contiene un gran poder, supuestamente fue creada para
contrarrestar el poder dado a la corona, entre los pocos datos que he podido
reunir sobre ella también se dice que si esa joya está en poder de un protegido
de la luna roja este ve como su magia se incrementa.
Encontrar “el ojo de la diosa”,
así se la llama, será parte también de tu búsqueda, es un diamante azul tallado
en forma de ojo, de ahí su nombre, es de pequeño tamaño, por los datos que reuní
no mucho mayor que el amuleto que yo te regalé. Se supone está en las islas del
sur, Las Islas Inquer, en algún lugar de esas diez islas, lo sé, no es mucha
información pero la muerte me alcanzó antes de poder saber algo más. Incluso
ese dato podría ser completamente obsoleto o falso, te darás cuenta enseguida
cuando se empieza a investigar sobre la antigüedad o sobre reliquias de esa
época hay muchas cosas erróneas, o simplemente el objeto ha sido fundido o
engarzado en otro, con lo que en un caso ha sido completamente destruido y en
otro, modificado, aunque su poder siga ahí, ya ha cambiado su forma y es más
complicado encontrarlo.
Como ya he dicho, “el ojo”, si cae
en tus manos va a potenciar tu poder, aunque no sabría decirte cuanto o de qué
forma. No sé si lo sabes pero tú eres el mayor protegido de la luna roja, ya
que naciste el día en que su poder es mayor, el día de su eclipse. Para serte
completamente sincero hay otra persona como tú, pero eso le toca explicarlo a
Aceo.
Creo que con esto está dicho todo lo
referente a la petición, cualquier duda la puedes resolver en los libros que
encuentras en esta habitación o con ayuda de Aceo.
Ahora decirte que no temas por lo
que te hayan podido decir sobre la leyenda, tradición o como quieras llamar al
momento de tu nacimiento, sí, naciste el 13 de julio justo cuando la luna roja
completaba su eclipse y la luna blanca se alineaba perfectamente con el
eclipse. La hija pequeña de Aceo nació en el mismo momento que tú, por eso
antes te decía que él te explicaría, tiene tus mismas habilidades, él y yo concertamos
vuestra boda en ese mismo instante, ya que se supone que los magos que nacen en
ese momento deben permanecer juntos por siempre, según el mito, claro está,
siempre nacen por pareja, sí, uno varón y uno hembra, por lo general nunca
nacen en el mismo lugar, así que podrás imaginarte el revuelo y como saltaron
las alarmas en la comunidad de magos, cuando ambos nacisteis a menos de un
centenar de metros.
En la mayoría de los casos cunado
algún niño nace en ese momento se le suele sacrificar, todo por puras
supercherías o por simple miedo, tu madre y yo al igual que Aceo y su esposa os
esperábamos con ansiedad, así que no estábamos dispuestos a sacrificaros, que
nacieseis sanos era más importante que el momento caprichoso en el que se
encontraban los astros.
No es necesario que os caséis,
solo te pido que la conozcas quizás la unión de vuestros poderes os ayude a
conseguir lo que de momento no ha sido posible.
Ahora voy a tranquilizarte, descubrí
en una de mis investigaciones que todo lo que rodea el momento de tu nacimiento
no es tan destructivo ni maligno como se dice, no estas libre de ir por el
camino de la oscuridad pero tampoco es que te vayas a volver malvado en una
noche, tranquilo yo sé que no serás malvado, eres mi hijo y de Annie, que tú
seas malvado es algo imposible.
Ahora una advertencia, debes estar
en alerta, debes saber que desde el mismo momento que te hayas puesto en
contacto con Aceo corres grave peligro, ya que como te he mencionado antes hay
quien está interesado en conseguir la corona con otros fines y harán lo imposible
por interponerse en tu camino para que no lo consigas y poder quedarse ellos
con ella. Con seguridad él está bajo vigilancia, incluso puede que tu mismo
hayas estado bajo vigilancia, o tengas a alguien cercano, al que tú creas un
buen amigo, pero que en realidad está vigilando cada movimiento tuyo. Ellos son
así, por ello a partir de este instante debes ir con pies de plomo y tener el
mayor cuidado, siento que tu tranquila vida pueda cambiar de forma drástica,
pero por desgracia eso también es parte del legado de los Blanshaph.
El destino da muchas vueltas, no
te fíes de nadie que no conozcas desde hace tiempo, Aceo será la excepción así
como las personas que él te presente, ya que ellos son miembros de la Orden, a
partir de este momento, no solo ya por ser quien eres, sino que si aprendes lo
que Anelea te enseñe y encuentras lo que ya sabes, tu poder será inmenso y
tener poder acarrea enemigos y peligro.
Como buen padre previsor en este
escritorio encontraras algunos objetos que te ayudaran a protegerte. Encontrarás
un colgante de ámbar y turquesa, se complementa con un pequeño anillo de oro y
con el colgante de dragón de plata que siempre has llevado; una vez unas los tres
objetos tendrás protección máxima en lo que a ataques de magia o con venenos se
refiere, con los ataques físicos deberás estar atento, para eso no hay amuleto,
ningún amuleto evitara que una flecha, una daga o una espada atraviesen tu
corazón o rajen tu garganta u otra cosa. Aceo guarda un objeto, que yo le
entregué y pedí guardase para ti, que te ayudará. Si se lo pides y lo usas
podrás aumentar tu percepción lo cual te ayudará con la defensa de ataques
físicos.
Y en lo que a ataque sin magia se
refiere, si aún está vivo, hay una persona que te puede enseñar esgrima y
cualquier arte con armas, pregúntale a nuestro viejo amigo por Leiram es un
maestro en armas no hay rival para él.
Por último intenta volver a formar
la Orden de los
Dragones Infinitos, Aceo seguro que mantiene contacto con varios de los
ex-miembros, esto te ayudará a que tu búsqueda sea más sencilla, sólo una
advertencia hazlo en el secreto más absoluto posible y poco a poco.
En estos libros encontrarás mucha
información, hechizos casi desconocidos, y demás temas sobre magia, medicina, y
casi todo lo imaginable, espero te sirvan de ayuda, por desgracia, no todo iba
a ser perfecto, hay un par de tomos que aún están sin traducir, y eso es
sencillamente porque no pertenecen a los Numit; no te extrañes esos tomos son
reliquias de la magia ancestral, seguro que existe algún ejemplar más olvidado
en alguna ruina o templo.
Esta magia es del tipo de magia
que en la actualidad muy pocos conocen o son capases de utilizar, yo mismo
conozco algún que otro hechizo o encantamiento, pero nada comparado con lo
otros puedan saber. Ten cuidado si en alguna ocasión te cruzas con alguien que
sepa usarla, por lo general son personas muy poderosas, empeñados sólo en
conseguir sus propósitos.
Empiezo a debilitarme así que
tendré que terminar ya.
Creo que muchas de tus posibles
preguntas quedan así resueltas no me queda mucho más que contarte, estoy
totalmente convencido que tu serás capaz de resolver tus posibles problemas en
un futuro y que si te dijese algo más, tal vez lo único que hiciese sería
complicarlos más, por ello me despido pidiéndote algo que sé es algo egoísta de
mi parte, protege nuestros secretos con tu propia vida si es necesario tal y
como hice yo. Lo sé, lo sé es algo que no debería pedirte, pero sé que serás
mejor Maestro de lo que jamás fuimos tu abuelo o yo. Siento no haber sido un
mejor padre, o por lo menos no haber estado a tu lado en esos momentos en que
más lo necesitaste, no tengo excusa para eso, salvo, quizás, la de estar muerto;
pero ten presente que desde que naciste te he querido como a nadie en el mundo
y lo seguiré haciendo allá donde esté, estaré velando por ti ahora y siempre.
Tu amigo y padre que te ama:
Yram”.
Su rostro estaba
húmedo, su pecho apretado y sin saber por qué dolorido. Suspiró y se respaldó
en el asiento aún con los pliegos en la mano temblorosa.
Varias dudas se
habían resuelto, ahora le esperaba un arduo trabajo por delante, quizás el
anciano, del que ya sabía su nombre, podría ayudarle y solucionar las posibles
dudas que fuesen apareciendo más adelante.
Dejó la carta
sobre el escritorio y unas lágrimas se escaparon nuevamente de sus ojos.
Recordó que su
padre le mencionaba algo sobre un amuleto que esperaba en algún lugar de los
cajones del escritorio, lo más probable es que estuviese en aquella hermosa
cajita que había visto al buscar el abrecartas.
Sacó la caja, la
abrió con cuidado y sacó el amuleto del interior de la misma, se notaba el
poder que poseía, aún no era muy bueno notando la magia pero podía sentirla
salir de aquel objeto, al mirarlo detenidamente observó que era el blasón de la
familia, una paloma tallada en el ámbar y dos delicadas rosas en turquesa, no
tenía cadena por lo que supuso que tenía que ponerla en la que llevaba al
cuello. Al sacarse el dragón de plata y ponerlo junto a la paloma ambos se
atrajeron como si fuesen un imán, quedando la paloma entre las garras del
dragón. Ahora el colgante tenía unos diez centímetros aunque al mirarlo
detenidamente descubrió que podía doblarse quedando el dragón al frente y la
paloma mirando al pecho del que lo llevase puesto.
El anillo que
estaba en la caja era un sencillo aro de oro con unas runas dibujadas en su
superficie. Al ponérselo sintió como si una descarga de energía le recorriese
el cuerpo, todo su ser se sintió por unos segundos como oprimido. Al mirar sus
manos observó como un ligero resplandor azulado las recubría, mirando más
detenidamente ese resplandor le cubría el cuerpo por completo, para segundos
más tarde ir desapareciendo.
Se encontraba
envuelto en una amalgama de sentimientos que le recordaba el momento de la
muerte de su madre. Las lágrimas querían derramarse por sus mejillas pero inspiró
profundamente tratando de calmarse. Ahora debía volver con Aceo y regresar a su
casa, sus ayudantes podían estar preocupados, y si se alarmaban todo aquello
que se suponía debía guardarse en secreto tendría que descubrirse.
Miró de nuevo la
estancia pensando en las horas que habían pasado su padre y su abuelo allí
estudiando, escribiendo, trabajando en sus investigaciones.
Tomó la cajita y
la cerró con cuidado, la depositó de nuevo en el cajón de donde la había
sacado, abrió el siguiente y cogió uno de los frascos de aquel elixir, ya que
estaban dirigidos a Aceo, suponía que le harían falta.
Se levantó
pausadamente, suspiró y se encaminó a la puerta, esta se abrió al acercarse a
ella. Parado en el umbral observo la inmensa sala, buscaba al anciano con la
mirada. Lo encontró en un rincón ojeaba desesperado un libro, la frustración se
reflejaba en su rostro al que de nuevo estaban regresando las arrugas.
Caminó tan
sigilosamente que ni el polvo acumulado en el suelo se movió de lugar. Aceo
murmuraba algo casi inaudible y mucho menos que se pudiese entender.
- ¿Pasa algo,
Aceo? Te veo inquieto, desesperado y frustrado.
- ¿Cómo diablos
sabes mi nombre? Que yo recuerde no te lo he dicho…, un momento, qué es ese
poder que te rodea…, ya entiendo –, dijo al ver el rostro sonriente de Yrret –,
tu padre hasta en la tumba es un
bocazas, y por lo que veo te ha dejado su amuleto de protección.
- Pues si,
encontré una interesante carta de mi padre, en ella me contaba… bueno eso ahora
no es lo importante, nombraba a un tal Aceo que debería enseñarme todo y
acompañarme a este lugar así que supongo que se refería a ti. Por cierto se
puede saber que es lo qué buscas con tanto interés.
- No es nada, se
supone que tendría que haber una fórmula para hacer un elixir en uno de estos
libros pero no la encuentro, al parecer se han agotado las reservas que había
aquí y las que tenía en mi casa hace un tiempo que se acabaron, nunca aprendí
la dichosa combinación para realizarlo dependía enteramente de tu padre para
eso… – suspiró mientras alzaba la cabeza mirando a lo alto.
- Por un casual
te refieres a esto –. Soltó alegremente mientras tendía su mano derecha
mostrando un frasco en ella.
- ¡Por los
dioses! – Exclamó incrédulo –. ¿Cómo puede ser?
- Pura
prevención, seguro, hay varios más donde encontré este y puede que la fórmula
que buscabas esté en un cuaderno de anotaciones que hay en el escritorio de mi
padre, la próxima vez miraré con más detenimiento, sabes que se me da muy bien
la medicina y preparar este tipo de cosas no será más complicado que hacer
cualquier remedio.
- Tu padre
siempre pensando en todo. Si estás listo podemos regresar, debes poner varias
cosas en orden antes de regresar aquí para tu aprendizaje.
- Lo sé, pero
eso llevará mucho tiempo, y creo que no puedo estar tanto tiempo desatendiendo
mis deberes como médico…
- Entiendo pero
apenas si sabes nada de magia y eso es algo que no se aprende en dos días…
- Lo sé, lo sé –,
suspiró intranquilo –, pero… no puedo dejar todo así de la noche a la mañana.
Anelea, por favor, puedes aparecer he de hablar contigo. – Lanzó sus palabras
al aire con la esperanza de recibir pronta respuesta.
Una pequeña
esfera de luz se comenzó a formar frente a ellos, una esfera traslúcida con
tonalidades verdosas y rojizas. Cuando esta hubo terminado de formarse y era
completamente redonda una dulce voz se dejó oír.
- Hijo del
Eclipse, ¿deseas algo en lo que te puede servir?
- Bueno… – no
estaba seguro de cómo plantear la cuestión –, digamos que quiero comenzar con
mi aprendizaje… – suspiró de nuevo –, ¿cuánto me…? ¿Cuánto tiempo tardaré en
completarlo?
- Fácil
respuesta tiene esa pregunta, en tu mundo no lo completarás en menos de 5 años,
si tienes capacidad y eres constante, si deseas llegar al grado máximo podrías
incluso tardar algo más, en el lugar en el que yo me encuentro en tres o cinco
días completas todas las fases…
- ¿Cómo? ¿Es eso
posible de verdad? – Interrumpió Yrret con un tono de incredulidad total.
- Los días en mi
esfera transcurren más lentamente, pero si lo haces aquí deberás volver a pasar
por el trance que experimentaste cuando entraste aquí por primera vez, y debes
saber que si vas a estar aquí por ese tiempo alguien debe cuidar y proteger tu
cuerpo de lo contrario podrías morir.
- Bien eso no
será problema, ¿verdad Aceo? – La pregunta no esperaba respuesta afirmaba por
completo, el alivio se reflejaba de nuevo en el rostro, a la vez que el miedo
recorría su cuerpo, volver a sentir aquello, era como morir, pero si tenía que
aprender todo sobre magia y esa era la forma más rápida no lo iba a dudar –.
Regresemos a la ciudadela, me las arreglaré para buscar la forma de salir sin
que se sospeche mucho y regresaré.
La forma en que
habló no dejó otra salida a Aceo más que la de asentir con su cabeza y
suspirar, era como su padre una vez se decidía a hacer algo era prácticamente
imposible hacerlo cambiar de opinión.
Ambos salieron
del lugar, Yrret no pudo evitar volverse y mirar de nuevo todo lo que había
descubierto en aquel lugar. Les quedaba un buen trecho de camino para poder
regresar, así que apresuró el paso para seguir a Aceo, el cual se encontraba
con mejor aspecto incluso se podría decir que no era el mismo, y todo ello tras
haber bebido en un poco de agua unas gotas de aquel frasco que le había
entregado.
Comenzaba de esta
forma su nueva vida, posiblemente más corta de lo que debiera ser, pero ardía
en deseos de empaparse en aquel conocimiento que tanto había deseado y que por
respetar la voluntad de su madre había mantenido apartado. Pero ahora no podía
dejar pasar esta nueva oportunidad que su destino le presentaba, ya fuese para
bien o para mal, no se pueden dejar pasar todas las oportunidades que se cruzan
en nuestro camino.
Al fondo de un
salón en penumbras, se escuchaban las voces de dos personas alteradas una más que
otra. La estancia, un enorme salón con suelos de mármol, un piano de cola
blanco, unas plantas y varios muebles ricamente decorados. Todo lo que en el se
encontraba estaba colocado siguiendo las paredes dejando el centro
completamente libre, parecía un salón de baile ya que a parte de la
distribución de los muebles, junto al piano se encontraban algunos atriles y
unas sillas en las que descansaban algunos instrumentos de cuerda y viento.
Una de las
paredes estaba llena de ventanales en estos instantes cubiertos por densas
cortinas de un color oscuro, un púrpura tan oscuro que parecía negro. La tenue
iluminación provenía de unas velas distribuidas por la estancia.
- Athan, eres un
perfecto inútil. ¿Cómo es posible que perdieses la pista a un viejo enclenque?
De verdad que me gustaría que me lo expliques. – Habló un hombre corpulento, de
cabello largo de color cobrizo, sus ojos verdes reflejaban la ira y el enfado
por las noticias que su sirviente le acababa de dar. Vestía una camisa holgada
color crema sin distintivos, un pantalón de cuero negro que se ajustaba a su
cuerpo como una segunda piel. En sus manos varios anillos, en su cuello una
cadena de plata de la que pendía un amuleto, un ojo de tigre. En ese momento
estaba descalzo. Sobre una silla detrás de los dos personajes una gran capa de
viaje marrón, en ella había algo serigrafiado pero no se distinguía el motivo.
- Lo siento, ya
sé que no tengo excusa posible; pero ese viejo enclenque como dice, no me lo
parece tanto. – Se excusó Athan, un joven delgado de mediana estatura y piel
blanquecina. Unos ojos vivaces, azules o verdosos dependiendo de cómo le diese
la luz, el pelo cortado a cepillo del color del cielo, era muy extraño
encontrar personas con el color azul en sus cabellos, aunque pocas las había.
Estaba vestido con ropas ajustadas negras en las que se veía el símbolo de un
ojo dentro de una cerradura, era la insignia del gremio de espías. En su brazo
mantenía una capa negra.
- ¡Por favor! No
me tomes el pelo, ¡si se está muriendo!
- Señor Leafer,
si vos lo decís, así será, pero lo que es yo no me lo creo.
- Pero ¿cómo?
Eso es lo que quiero saber. – Gritó casi desesperado Leafer.
- No tengo idea,
sólo sé que desapareció.
El desconcierto
de ambos era tal que ya no estaban seguros de nada. Leafer sabía perfectamente
que Aceo era un Gran Maestro pero pensaba que en su estado de salud no podía
usar los hechizos de teletransporte o invisibilidad ya que requieren una gran
cantidad de energía espiritual, a demás no estaba seguro de cual era su
verdadero poder jamás se habían enfrentado. Athan había estado siguiendo al
anciano durante los últimos seis años, ya que sabían que tarde o temprano debía
ponerse en contacto con Yrret, y esperaban ese momento para intentar descubrir
donde se encontraba oculto el legado de los Numit, sabiendo eso y si podían
descubrir lo que Yram había descubierto en sus últimos años de vida la Corona sería suya por fin. La Orden de las Tinieblas
finalmente gobernaría el mundo conocido.
En todo ese
tiempo el viejo decrepito que ellos pensaban y que les había demostrado en ese
momento que todo era una estratagema para ocultar su verdadero estado, había
rondado a Yrret pero sin hablar directamente o dejarse ver, se mantenía en las
cercanías pero no se acercaba libremente, lo vigilaba incluso en ocasiones lo
protegía, pero nunca le había hablado.
El silencio se
había hecho insoportable, los rostros de rabia y enfado eran evidentes.
- Quiero que me
digas dónde lo perdiste y qué estaba haciendo –. Gritó más que habló.
- No hace falta
que se ponga así…– la mirada asesina de Leafer, le mostró que no estaba para
bromas ni juegos –, no hacía nada, simplemente daba un paseo como de costumbre,
y se dirigía al noroeste de la ciudadela.
- ¿Al páramo?
- No lo sé,
desapareció aún no había llegado a la puerta de salida, no le puedo decir nada
más, simplemente se desvaneció en el aire –, el tono de incredulidad y asombro
sonaba tan chillón que casi hacía daño.
- Si ha sido
así, entonces ha usado teletrasporte, siendo un gran maestro lo puede hacer
pero pensaba que en su estado le sería imposible, se ha estado burlando de
todos nosotros haciendo ver que estaba enfermo, o que era más viejo de lo que
en realidad es…
- ¿Cómo? ¿Quiere
decir que he estado siguiendo a un maldito mago? – La sorpresa era notoria.
- No, Athan, es
más que un mago –, al ver la reacción de su acompañante no puede evitar sonreír,
cual será la reacción cuando descubra que yo también lo soy, pensó, mientras la
sonrisa se hacía cada vez más evidente –, no te asombres lo que estamos buscando
desde hace tanto tiempo está relacionado con la magia.
- No es posible,
como me lo ha podido ocultar. He arriesgado mi vida sin saberlo…
- No exageres,
su código les prohíbe matar si no es en defensa propia, y si son personas sin
poderes no les hacen nada, bueno eso se supone –, esto último añadido para
regodearse en el miedo que sentía Athan.
- Y crees que
eso me tranquiliza, lo siento pero desde ahora olvida que he trabajado para ti –,
eran tantos los nervios y el miedo que incluso el tono de respeto y las
formalidades hacia su superior desaparecieron, lo que comenzó a enojar a Leafer
–, no quiero saber nada de tus insulsos sueños de grandeza, ni de coronas, ni
nada de nada. – Athan se gira y sigue cuchicheando algo sobre magia, riesgos y
cosas por el estilo mientras se encamina hacia la puerta, pero el total
silencio de Leafer le intranquiliza aún más, y se vuelve para mirarle a la
cara. – ¿Qué pasa no dices nada?
- Sólo una cosa,
yo también soy mago, un mago oscuro, el mejor, bueno mejor dejo la vanidad, hay
alguien que me supera, pero no sé la razón por la que me respeta. Pero algo
está claro nadie que trabaja para mi se va así como así.
- Tu también,
ahora más que nunca renuncio… – al decir
estas palabras ve con horror como el rostro de Leafer es cruzado por el
sadismo, la venganza y las ganas de sangre –, Leafer que demonios vas ha hacer,
ni te me acerques –, el miedo que se refleja en su faz produce que su voz suene
ahogada y desgarrada –, ¡¡No!! Aléjate, ¡¡Déjame…!!
- Lo siento
Athan, pero nadie me da órdenes ni me dice lo que he de hacer. – La ira
reflejada en sus ojos, una risa malvada se deja oír de su boca y la cara de
Athan se descompone de miedo.
- No iras a matarme,
siempre te he sido fiel –, intenta por todos los medios soltarse del agarre de
Leafer y convencerle de que le deje ir.
- Cierto, pero
has llegado al límite, comienzas a ser molesto. Y como ya sabes yo me deshago
de las molestias antes de que se conviertan en un problema –, el sadismo ya se
refleja en el rostro y la risa es una carcajada al acabar la frase, le levanta
del suelo alzándolo con facilidad solo con una mano y agarrándole de la pechera
de la camisa, como si Athan fuese tan ligero como un muñeco de trapo –, esto es
un adiós –, se despide entre risas.
- No lo dirás en
serio… – exclamó, su cara estaba cubierta de un sudor helado y una sensación de
terror recorrió todo su cuerpo –, no lo estarás pensando realmente, sólo
quieres asustarme ¿verdad?... pues ya lo has conseguido. – Dijo con apenas un
hilo de voz mientras se dejaba orinar encima por el terror que estaba
sintiendo.
- Nunca hago las
cosas para asustar.
Athan no conocía
la maldad que Leafer podía llegar a ocultar y mucho menos vislumbrar el rencor
y la ira que se ocultaban tras aquel ser. Con la cara desencajada por el terror
vio como el rostro de Leafer se transformaba en algo extraño, sus facciones se
endurecían, sus ojos cambiaban de color, su pelo hasta ese momento tranquilo
comenzaba a moverse como si el viento lo alborotase.
Con un simple
movimiento le arrojó al suelo, Athan se colocó de rodillas intentando ponerse
en pie para procurar correr por su vida, pero al mirar a Leafer vio como de su
mano salía un resplandor rojizo y eso fue lo último que vio.
Athan se
petrificaba o esa era la sensación que daba, su cuerpo se iba cubriendo poco a
poco por una capa de polvo fino, quedándose totalmente inmóvil. Leafer usó el
hechizo de paralización perpetua, dejaba completamente petrificado al ser en el
que se usase por tiempo ilimitado sólo la persona que usaba el hechizo podía
romperlo.
Leafer una vez
terminado el castigo volvió a la normalidad y observó alegremente su nueva
obra. Como un coleccionista malvado, que no puede vivir sin una nueva pieza
para su colección, transporta el cuerpo inmóvil de Athan a una sala oculta. En
su interior se encuentran varias figuras humanas en distintas posturas todas
paralizadas por el mismo conjuro que el pobre Athan. Deja a su nueva figura en
un rincón y observa la colección.
- Me habías
servido muy bien pero ya empezabas a ser un verdadero escollo y me cansabas con
tus reproches y majaderías. Te quedaras ahí hasta que te vuelva a necesitar.
Ahora necesito a alguien que sea rastrero y fiel y que no tenga miedo a los
magos. Y sé quien es el adecuado.
Con el desprecio
reflejado en su mirada se acerca a una de aquellas figuras, un cuerpo fornido
con el torso al descubierto y un pantalón que llegaba a las rodillas, llevaba
unas botas altas. El rostro marcado por una cicatriz que recorría desde la cien
hasta la barbilla por el lado derecho. Leafer se acercó y mientras la tocaba pronunció
la palabra “despertar”. Poco a poco
el cuerpo se fue cuarteando y aquella especie de polvo fino y gris fue
desapareciendo.
- Amo, ordéneme
y cumpliré sus deseos –, dijo mientras se inclinaba nada más quedar
completamente libre del conjuro que le había mantenido en letargo, su voz era
profunda y tétrica dejando ver la maldad que en su interior habitaba –. ¿Hay
algo en que pueda serviros?
- Krad, necesito
de tus servicios, en especial de tu cualidad de pasar desapercibido.
- Lo que vos
mandéis.
- Hay dos cosas
que tienes que hacer, una es encontrar a un anciano que tu predecesor ha
perdido y deseo que lo encuentres, muy posiblemente se encuentre en el páramo.
- No hay
problema si se encuentra allí daré con él, y si vuestro deseo es ese me
convertiré en su sombra.
- Ese es mi
deseo, lo segundo es que busques a cierta persona, no me gusta recurrir a él
pero si al fin se ha puesto en contacto con Yrret le voy a necesitar.
- No me estará
diciendo que tengo que encontrar a ese mago…
- Si
precisamente a él… –, tiempo sin saber de él, pensando que no me sería
necesario acudir a sus poderes, pero si Yrret consigue lo que su padre le dejó
en herencia, el único que puede enfrentarle es él, Thyeor,
pensó mientras a su mente venía el rostro de aquel joven –, pensaba que no
sería necesario pero las cosas puede que hayan cambiado.
-
Oigo y obedezco. ¿Qué desea se haga primero?
-
Localiza a Thyeor y dile que necesito verle, luego conviértete en la sombra de
Aceo Ziad.
- Sin problema,
parto de inmediato.
Diciendo esto Krad
se dirige a la salida, Leafer sabe que ya no tendrá problemas, este sujeto es
muy bueno en localizar, seguir y si es necesario eliminar al objetivo. Con un
poco de telepatía dio las órdenes necesarias a Krad para que reconociese al
viejo y a Yrret.
Necesitaba saber
donde ocultaban todo el saber que Jan había encontrado referente a los Numit,
lo que tendría que enseñarle a Yrret, evitar que este pudiese avanzar en el
estudio de la magia. No se fiaba mucho de que el esbirro que tenía infiltrado
entre los aprendices/sirvientes del joven le sirviese de mucho, aquel jovencito
era un verdadero desastre.
Nadie que no
fuese Leafer Karas debía encontrar aquella corona, aunque tenía que reconocer
que por mucho que lo había intentado nunca se había acercado a ella lo más
mínimo. Le había sucedido lo mismo a su padre, este había ordenado a uno de sus
sicarios que siguiese de cerca de Yram cuando supo que estaba a punto de
encontrarla, y que se encaminaba en su busca, pero el muy inepto le mató y el
mismo desapareció, con lo cual todo acabó en la tumba de Yram, el secreto, el
lugar, todo perdido por no enviar a alguien mucho más capaz y más tratándose de alguien de la Orden, que
no son como cualquier mago del montón.
Puede que aquel
inepto intentase apoderarse de la corona por su cuenta y muriese en el intento,
no lo sabría jamás; por mucho que intentó encontrarlo no lo logró, esta fue la
única misión que Krad había fallado, por ello había sido suspendido en el sueño
pétreo. Luego guardó la esperanza de que Aceo supiese algo y lo intentase o se
lo dijese a Yrret, pero por el momento nada, o sabía que estaba siendo
observado, o había tenido miedo de acercarse al muchacho del eclipse.
- Esa corona tiene
que ser mía a como dé lugar –, gritó, en su voz se reflejaba la codicia, la
ambición, por otro lado la impaciencia por hacerse con ella le estaba haciendo
pensar en voz alta cosa poco usual en él –, seré el más poderoso – su risa
llena el lugar y el eco de esa malévola carcajada resuena en los callejones
desiertos a aquellas horas.
No se detendría
ante nada, no tenía escrúpulos, mataba o mandaba hacerlo si lo consideraba
necesario para sus planes, en ocasiones sólo por venganza o por placer, no le
gustaba dejar cabos sueltos.
Era un ser
cruel, despiadado y malvado que llevaba una máscara que mostraba todo lo
contrario, esta máscara era de cara a la gente como puro seguro de que no se
desvelasen sus propósitos.
Esta máscara era
su verdadero rostro que desprendía amabilidad y bondad a la vez que belleza,
una mezcla explosiva en un cuerpo fuerte y atlético. Un ser casi demoníaco que
deseaba todo y más y que no descansaría hasta conseguirlo o que se lo
impidiesen causándole la muerte.
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